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lunes, 25 de noviembre de 2024 00:00h.
Opiniones

Casa natal de Pedro García Cabrera.

Manuel Fernando Martín Torres.-Creo que no es necesario enfrascarse en un artículo muy largo. Al contrario, la aplastante tozudez del hecho hace innecesario el exceso de argumentos. Quiero referirme a la triste forma en que guardamos el recuerdo del poeta, a las pobres maneras con que encaramos su memoria.

Manuel Fernando Martín Torres.-Creo que no es necesario enfrascarse en un artículo muy largo. Al contrario, la aplastante tozudez del hecho hace innecesario el exceso de argumentos. Quiero referirme a la triste forma en que guardamos el recuerdo del poeta, a las pobres maneras con que encaramos su memoria.
La casa donde nació en Vallehermoso en El Palmar se cae de vieja. Ese lugar emblemático, que en otras latitudes quisieran como legado, y cuyo rescate ha motivado abundantes promesas en los últimos veinte años, corre el peligro de desmoronarse al completo. Pero antes de entrar en materia conviene precisar que aunque vivo en Vallehermoso no he seguido al detalle el recorrido de la historia de la casa y en último término desconozco si existe, o no, expediente abierto al respecto en alguna Administración.

Dicho esto, entiendo que a esta situación se llega por culpa de uno, sino por responsabilidad de muchos, como casi siempre. Por lo que aprecio, una parte importante de responsabilidad sería atribuible al egoísmo, insano desde mi punto de vista, de alguno de los propietarios/herederos que, ante la tesitura de desprenderse de una parte de la vivienda ponen cifras intransigentes por delante del valor patrimonial, histórico y comunitario que tiene rehabilitar la casa del poeta. Otra parte importante de co-responsabilidad habrá de otorgársela a las administraciones locales y al gobierno regional que, hasta donde yo sé, no han adquirido todavía la casa al completo para su posterior rehabilitación, y que inexplicablemente tampoco muestran el mínimo interés en mantener limpio y conservado el sitio y sus alrededores.

Esto último es bastante triste y tiene su importancia, ya que a pesar de tratarse de una casa semiderruida, el aspecto debería ser otro, de manera que cualquier visita para conocerla no supusiera un motivo de vergüenza para los pantaneros. Y es que cualquiera de nosotros, al hacer turismo hemos visitado lugares de interés histórico cultural o vestigios de otras civilizaciones y a pesar de tratarse en algunos casos de ruinas, hemos observado en ellas limpieza y respeto. El mismo que sería deseable para la casa natal de Pedro García Cabrera.

A la Fundación Pedro García Cabrera y a sus miembros habría que preguntarles el porqué no sitúan entre sus objetivos el plausible rescate de su lugar natal o al menos la animación o dinamización de un proceso tendente a ello. Y también hay corresponsabilidad de los intelectuales, artistas, escritores y amigos de la familia que pudiendo manifestar su opinión con contundencia, hacen mutis por el foro..
El olvido del lugar está en el haber tanto de aquellos que ni les va ni les viene el asunto, como de los más sensibles y cercanos. Y claro que yo también tengo parte de responsabilidad porque me limito a manifestar disconformidad con esta letanía escrita.

No aspiro a que nos miremos en el espejo de otras conocidas rehabilitaciones de inmuebles emblemáticos realizadas en La Gomera, porque sabido es que no hay dinero y que no corren tiempos para macro-proyectos. Y precisamente por ello creo que intervenir desde la sencillez y la economía es lo más oportuno y factible: limpiar, reforzar las paredes y colocar un techo a la casa para que el agua no filtre sobre sus paredes de piedra y barro.

Dotar de mobiliario, libros o pertenencias la casa es algo que posteriormente también se puede hacer a medio plazo con la colaboración de la Fundación Pedro García Cabrera y de familiares o amigos.
Creo que estamos ante una cuestión de gestión decidida y sentido común más que de gastar mucho dinero.

Supongo que me corregirán, y no duden que si tuviera que modificar o matizar mi opinión en virtud de nuevos datos, no tendría problema alguno en retractarme de manera pública. Al contrario, ello también será bueno para el buen desenlace del futuro de esa casa, ya que le estaríamos dedicando tiempo a pensar en ello como paso previo al logro de soluciones.