El doble pulso de los padres de Ainara
No sólo han luchado y sufrido por la enfermedad de su pequeña sino que han tenido que batallar contra la “mezquindad” del Sistema Sanitario de Canarias.
Los padres de la niña Ainara Cabrera, que padece una parálisis cerebral y otros problemas funcionales asociados, necesitada de una atención médica especializada en la Clínica Universitaria de Navarra, han recibido con cierto escepticismo la noticia de que por fin y tras años de “pulsos” con el Servicio Canario de Salud, se autorizan los traslados de la pequeña para continuar con el tratamiento que un equipo multidisciplinar del mencionado Centro Hospitalaria le venía impartiendo desde 2006, con muy buenos resultados.
En febrero de 2011, el Servicio Canario de Salud (SCS) y pese a que la menor recibía el tratamiento requerido y que lograba mantener unas condiciones de vida aceptables para la paciente, comunica a la familia mediante una fría carta que “se le desestimaba el traslado porque Ainara podía tratarse en la Isla.
"Sobrellevan la enfermedad de su pequeña y luchan para conseguir recursos que le den mejor calidad de vida. Un doble pulso"
Debido a ello comienza para los padres de Ainara, un periplo que dura ya tres años, en los que han pasado por el Hospital La Candelaria y por el Hospital Universitario de Canarias en varias ocasiones, incluso fue derivada al Hospital Valle de Hebrón, en Barcelona. En todos ellos, los equipos médicos de estos centros se reconocieron incapaces para tratar adecuadamente a la pequeña Ainara, derivando el caso al único centro que tenía el equipo adecuado: la Clínica Universitaria de Navarra.
Tras múltiples e infructuosas reuniones, entregas de hasta ocho informes que aconsejan que la menor sea derivada al Centro de referencia al considerarse incapaces para impartirle el tratamiento que precisa, es la huelga de hambre a la que se somete Macu ( madre de Ainara) y sus familiares a las puertas del Área de Salud de Tenerife la que consigue poner “colorado” al Responsable de autorizar los traslados, quien termina cediendo ante la presión.
Cabe señalar que hasta la fecha, los viajes para el tratamiento de Ainara en Navarra durante este tiempo han sido costeados por cuenta de Macu Cabrera, un importe que ronda los 13.976 euros, y que según ella misma ha señalado a Gomeraactualidad.com, han sido sufragados por la solidaridad de la sociedad tinerfeña. "Gracias a todos ellos".-nos decía por teléfono mientras se emocionaba.
En nuestra entrevista ha tenido palabras de agradecimiento para todos los que de una manera u otra han ayudado a que Ainara haya podido retomar su tratamiento pese a la negativa del Servicio Canario de Salud de continuar sufragando los traslados; pero ha señalado también que durante este tiempo ha recibido criticas, las menos, de “personas” que son capaces de pensar que pueda estar dándole un mal uso a los donativos. En este punto explica que todo lo relacionado con las cuentas y gastos de la niña para su enfermedad son accesibles para quien los quiera consultar. No entiende “como pueden existir personas que piensen así pero sin duda es doloroso”.
Afirma que es consciente que salir en los medios, aunque sea por solicitar los que es de justicia para cualquier persona que precise atención especializada, pueda dar pie a “barra libre” por parte de algunos a “conjeturar” sin reparar en el daño añadido que provocan con ello, pero manifiesta abiertamente que “acudirá a los medios” y luchara con lo que pueda y mientras le acompañen las fuerzas por el bienestar de su pequeña.
Con respecto a lo acontecido hoy, en la que la Consejería de Sanidad se ha comprometido a otorgar las autorizaciones necesarias para que la niña pueda viajar periódicamente a la clínica navarra, como hemos dicho al comienzo, la familia de la pequeña alberga muchas dudas, ya que asegura que sólo se les han dado permiso cuando han emprendido acciones como esta huelga de hambre.
Ahora, Macu Cabrera sólo espera que esta vez la promesa se haga realidad para que Ainara pueda reanudar su tratamiento, al menos dice confiar en la palabra de Ignacio Gonzalez por que de “los otros” ya no se fía tanto.