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viernes, 15 de noviembre de 2024 12:37h.

Gracias La Palma, gracias Los Llanos de Aridane.

Hace más de cien años que Los Llanos de Aridane viene celebrando su tradicional Fiesta de Arte  bajo la mirada atenta de su cielo colmado de estrellas.

Pero yo no había tenido la suerte de verla, solo había oído hablar de ella a una persona que colaboró en su tiempo en cuerpo y alma, a mi abuela Marietta de Las Casas y también a mi tía Juana Carmona. Y ahora que he tenido la oportunidad de presenciar algunos de los actos y que me he propuesto exponer lo poquito que he visto de esas famosas fiestas me ha dado miedo y no es por no tener que decir, que tendría que decir mucho, sino que es una gran responsabilidad el narrar todo lo que representa, o simplemente lo que he visto sin dejar nada atrás, sin que pierda su belleza. Por eso quiero empezar dando las gracias.

Gracias a Los Llanos de Aridane por convertirse por unos días en patrimonio de la música, el arte y la danza.

Gracias a María Victoria Hernández por el esfuerzo que ha hecho en rescatar la tradición de Manto y Saya. Porque con esta tradición hemos entrado en las antiguas costumbres de un pueblo, de una isla. Y hemos escuchado las pisadas silenciosas de aquellas mujeres que embozadas sonreían con los ojos, mientras recorrían las calles tímidamente con el rostro semi oculto para que no se les reconociera.

Y juntos hemos paladeado el aroma de las serenatas que nos acompañaron con sus letras populares, con esos secretos de otros tiempos, con esas canciones saltarinas, con el sabor de tierras de acá y de allá. Canciones con esencia de nostalgia, ya cantadas, dichas y redichas, pero siempre llenas de pasión.

Gracias a Ima Galguén y a Angélika Profeta por regalarnos su voz cálida y el sabor místico del arpa. Los latidos de la isla.

Gracias a José Carlos Rodríguez por organizar el Festival de Intérpretes de la canción “En busca de una voz” por lograr que disfrutáramos de una noche de gala en la que entre los reflectores de luces flotaron en el aire las mejores voces de las islas. Sí, porque él utilizó su extraordinario conocimiento y su esfuerzo en hacer feliz a un grupo de jóvenes, a chicos y a chicas que por su talento merecen la oportunidad de ser escuchados.

Un Festival que servirá de trampolín para iniciar, continuar o consolidar las carreras artísticas de los participantes. Unos chicos que durante días entrenaron sus cuerdas vocales, ensayaron de una forma instintiva viejas grabaciones o nuevas y movieron sus cuerpos con agilidad y destreza. Finalmente como en todos los concursos hubo una final y tres participantes obtuvieron premios: Andrea Rodríguez de Tijarafe, Alejandra Martín Sanblas ambas de la isla y una lanzaroteña Inmaculada Sepúlveda. Aunque muy bien podrían haber sido finalistas los l@s veintitrés que se presentaron.

Fueron noches musicales, noches brillantes en la que los laureles de la Plaza de España asomaban la cabeza por encima de las edificaciones para presenciar con naturalidad los festejos, para escuchar el famoso preludio de la zarzuela "El Tambor de Granaderos" de Ruperto Chapí. Para disfrutar del actor invitado, Rafael Álvarez, el Brujo que llegó al festejo como siempre, con su peculiar estilo y su Lazarillo de Tormes, despertando la simpatía y la aprobación del público.

Después se apagaron las luces y se escuchó la marcha eslava de Tchaikovsky. Una de mis preferidas. Fue un momento casi poético, en el que todos los que estábamos allí enmudecimos al ver llegar a la reina, preciosa, caminando lentamente del brazo del mantenedor D. Oswaldo Izquierdo Dorta quien disertó más tarde sobre la docencia en Los Llanos) Detrás el séquito de honor: chicas bonitas y unos niños que Shicieron su papel a las mil maravillas. Un centenar de personas aguardaban impacientes ese momento y yo emocionada penetré en la escena de la infancia, en aquellas narraciones que mi abuela me contaba. Gracias al cuarteto de violines por su Concierto clásico: Particella. Y gracias a todos los que participaron en aquel escenario resplandeciente.

Pero quedaban más emociones, porque al día siguiente llegó el día grande de la Fiesta. Un día azul en que el pueblo de Los Llanos de Aridane se viste de gala para celebrar el Oficio a la Patrona. Un día de celebración litúrgica, un día espectacular en donde las damas bajo los ardorosos rayos de sol, repletas de luz y con abanicos de colores, lucían sombreros, redecillas, pamelas y tocados como si estuviésemos en el hipódromo más famoso del Reino Unido, en Ascot. Ataviadas de esa forma asistimos al Culto que fue presidida por el vicario de la Diócesis de Canarias, Hipólito Cabrera González.

Gracias a Noelia García, la alcaldesa de Los Llanos que hizo la ofrenda a la Virgen quien brillaba en el altar rodeada de anturios rojos, tal y como marca la tradición. Por su plática en la que tuvo un recuerdo emocionado al sacerdote D. Marino Sicilia, tanto que a algunos de los feligreses les invadió una gran tristeza, como un desconsuelo, y una señora mayor que estaba a mi lado se le resbaló una lagrimilla. Pero la escena discurrió rápido y enseguida escuchamos la "Salve en Honor de Nuestra Señora” compuesta por Juan García Martín y estrenada en 1.986. Dirigida por Gonzalo Jaubert con las voces de la Coral mixta Awara. Gracias a ellos y a la dirección de la Coral por haber logrado que la composición musical alcanzara un grado de perfección.

Al atardecer tuvo lugar la procesión por el centro de la ciudad y el Orfeón Elías Santos Abreu movió los corazones cuando interpretaron la emotiva Loa a la Virgen de Los Remedios, en la versión del año 1943, es decir con letra de Pedro Hernández y música de Domingo González Ferrera.

Finalmente los destellos de los fuegos artificiales crujieron ardientes en el cielo y yo cerré por un momento los ojos y me sumergí en el recuerdo de mi abuela, en el de mi infancia en Los Llanos de Aridane.

Así que Gracias a la concejal de Fiestas Mónica González Rodríguez y a todos los palmeros que han participado de alguna forma en estas Fiestas de Arte. Gracias por haber permitido que yo pudiera disfrutar de unos momentos tan bellos.