Isabel Aguilar: "La salud mental infanto-juvenil debe ser una de las prioridades de la nueva Consejería"
Después de unos meses de confinamiento y tras haber dejado de tener efecto el estado de alarma por la pandemia ocasionada por la COVID-19, hemos realizado un repaso con Isabel Aguilar, jurista y experta en Gestión Sanitaria y presidenta de la Fundación Juana Reyes, cuyos fines entre otros es sensibilizar en el cuidado de la Salud Mental.
Con ella además de comentar la dura realidad que acusa Canarias en Salud Mental, nos cuenta que esta “Sigue siendo un ámbito que vive en permanente crisis”. Y al ser preguntada por la Salud Mental Infanto-Juvenil en nuestra Comunidad, ha destacado que “la Salud Mental Infanto-Juvenil deber ser una de las prioridades de la nueva Consejería”.
Asimismo también hemos comentado que hay que rentabilizar la crisis y aprovechar la oportunidad para fomentar la Educación para la Salud desde etapa más temprana.
Pobreza y Salud Mental
En muchas ocasiones se ha relacionado pobreza y Salud Mental ¿Qué tienes que decir sobre esto?
No vamos a decir que pobreza sea sinónimo de padecimiento de enfermedad mental, pero si puede ser el origen por el que se puede ver afectada la situación de una persona para afrontar sus problemas cotidianos. Así, se puede entrar en un bucle en el que opere una retroalimentación negativa: La pobreza va a acrecentar el riesgo de sufrir una situación de Salud Mental, mientras que padecer un trastorno mental desarrollará aún más la situación de pobreza debido al estigma y a la exclusión social.
No sólo porque informes de la OMS lo vengan a establecer, pues cabría decir que es hasta lógico, destacar que factores de riesgo para sufrir padecimiento mental son: la desocupación, deficiente nutrición, un nivel educativo bajo, entre otros; son factores que, sumados a falta de apoyo social o familiar, vivir en un contexto deprimido, falta de autonomía, formarán claramente un cóctel que predisponen al individuo a una clara vulnerabilidad a verse ante un cuadro clínico propio de Salud Mental.
Por eso, ¿consideras por esta razón trabajar por la erradicación del estigma social?
Claramente. Herramientas para llegar a esto son la educación y la información. Una sociedad más formada estará mejor capacitada no sólo para poner en valor lo que abarca el amplio campo de la Salud Mental y los factores no sanitarios que la comprenden o influyen en ella. Éstos son amplios y básicos para el desarrollo social, educativo, económico y cultural de una población. Encontrándonos en el marco de prevenir, considero que cuanto mayor nivel educativo tenga el individuo estará más capacitado para advertir un evento de esta naturaleza, es decir, de verse que pudiera estar ante un padecimiento específico.
Por tanto, esa capacidad le habilitará para la búsqueda de información veraz, así como de saber encontrar dónde están los mejores recursos profesionales y los apoyos sociales más sólidos.
Ese elemento igualador que es la educación, pero también aunando la importancia de los factores socioeconómicos y culturales nos llevará a entender que incluyendo y aceptando a un ser humano con este padecimiento se elimina esta etiqueta dañina y se convive así en una sociedad más próspera. Recuperamos a un individuo para una sociedad más próspera y más dotada para la propia sostenibilidad de la misma. Mejores indicadores en salud nos ofrecerán mayores cuotas de prosperidad. Esto en lo que respecta a la prevención, encontrarnos sufriendo un trastorno o situación de Salud Mental requiere otro análisis.
Si esto lo trasladásemos a la etapa de la niñez, ¿consideras que también tiene consecuencias el contexto donde crecen los menores?
Situándonos en el contexto educativo y en el de la Salud Mental, en ambos la niñez vivida en un entorno de pobreza su potencial para su desarrollo es como el de cualquier menor. Ahora bien, estudios relativamente recientes advierten de algunos riesgos como obstáculos en su crecimiento.
El hecho de crecer en un seno familiar con carencia de medios materiales pudiera incrementar los riesgos en la infancia, pues se ve disminuida las habilidades y eficacia en las posibilidades de los padres. Por las propias circunstancias de éstos y el hecho de vivir en un entorno deprimido, también se ve la infancia más expuesta a ciertas tensiones y, por ello, los cuadros de ansiedad o depresión pudieran surgir de una forma periódica.
Educación para la Salud
¿Crees que es un buen momento tras esta pandemia para valorar la Educación Sanitaria desde la etapa más temprana?
Sí, claramente y después de haber vivido esta pandemia y una etapa de confinamiento creo que se debería valorar de una manera muy decidida. Como sabemos en la Educación Sanitaria distinguimos el plano individual y el colectivo. En ellos debemos motivar para conducir hacia conductas que lleven a acrecentar y preservar la salud y o bien, permitan recuperarla.
En la etapa de los 6 primeros años de vida es cuando aseguran los estudios que puede tener mejores resultados. No podemos olvidar que es una etapa en la que un factor esencial de aprendizaje es la imitación de patrones de conductas. Los mensajes recibidos del exterior dejarán huella en nuestro cerebro a través de los sentidos. Como bien sabemos, los mensajes quedan “grabados” y de ahí se desprenderá nuestra conducta.
Irán, por tanto, surgiendo nuestras respuestas, incluidas las primarias. Así será de importancia recibir modelos de conducta en esa etapa. La familia, la escuela, el entorno donde nos desarrollemos, será crucial para concienciarnos en que nuestra forma de vida influye en nuestro estado de salud. A la par nuestra conducta y participación también traen consecuencias en el bienestar social.
Problemática en Canarias
Precisamente hablando de la etapa infanto-juvenil, ¿cuáles piensas que deberían ser en Salud Mental las prioridades de la Consejería de Sanidad en Canarias?
Es obvio que el equipo de la nueva consejería para situarse deba ahora pedir informes y acto seguido saber “dónde estamos y dónde queremos llegar” y así marcarse sus objetivos y prioridades en una situación especialmente nueva.
Contestando de forma concreta a tu pregunta: La información de prensa de familias desesperadas o encuentros con profesionales por mi cercanía a este sector, la intervención de profesionales expertos en estos meses en sede parlamentaria del ámbito de la psiquiatría, informes de expertos y mi propia experiencia me lleva a concluir que es un ámbito que permanece continuamente en crisis.
La situación expuesta en sede parlamentaria por los expertos hace un año acerca de que, en Salud Mental, en edades de 14 a 18 años en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) se atienden en la misma unidad de internamiento hospitalario de adultos; quiero pensar que, por propio sentido común, esta situación se haya solventado o bien, por eso mismo, por sentido común sea una de las grandes prioridades en Salud Mental.
He de añadir que los estudios aseguran que las primeras manifestaciones en enfermedades mentales comienzan a darse muchas veces en la niñez, situaciones como la expuesta anteriormente podrían ser contraproducentes en la adolescencia. En otro orden de cosas y siempre en este contexto, es imprescindible dar un fuerte impulso al seguimiento posterior al ingreso y al trabajo con la familia.
Asistencia a los mayores
¿Cómo crees que habrá que reorganizar el Sistema de asistencia a los mayores después de esta pandemia? ¿Habrá cambios en el modelo normativo y en la planificación?
Esto es complicado, grosso modo podríamos considerar que tenemos distintos grados y niveles de autonomía. Así, diremos que existen personas con situación de bajo y medio requerimiento y que, por tanto, mantienen cierta autonomía que tienen posibilidades de estar en su entorno (en su casa). Luego, hay un grupo de población con estos requerimientos que vive en entornos residenciales. Aquí el nivel de cuidado y la prevención en términos de estimulación debe ser más que importante. Se debe evitar por todos los medios el hacinamiento, huir de una arquitectura institucional y hablar de ratios de personal que cuiden la calidad asistencial.
Considero que, en los estadios de medio y alto requerimiento, donde ya nos encontramos ante un deterioro cognitivo importante, trastornos neurológicos progresivos o, cualquier escenario que nos haya imposibilitado actividades tan cotidianas como hablar, tragar o caminar, van a requerir de unos dispositivos profesionales y técnicos muy sólidos a fin de evitar la rapidez del citado deterioro; A la vez que de un apoyo más que importante a la familia. Se hace necesario, por tanto, de una planificación médica que de solidez e insisto, apoyo a la familia. La planificación deberá, así estar dirigida grosso modo a los distintos niveles de autonomía y la normativa a la misma y a un nivel exigente en la fiscalización de los cuidados y calidad asistencial tanto en centros públicos como privados.
Tras tu experiencia personal demandando mejoras años atrás en este contexto, ¿qué tienes que decir de la cualificación médica dado que aquí ya el éxito no consiste en recuperar al paciente sino en el nivel de cuidado?
Ciertamente, las familias y la sociedad en general en este entorno demandan además de un nivel importante en los cuidados a la par que sensibilidad, especialmente en las informaciones, aunque esperadas, duras y llenas de dolor.
El familiar, desde mi punto de vista, sabe captar el profesional que distingue la inteligencia abstracta per se y el que posee inteligencia emocional. Una persona, como sabemos, puede ostentar un currículo académico brillante, pero el éxito profesional y social se da cuenta que llega con eso que conocemos todos como la “inteligencia emocional”.
Así, empatizar, tener habilidad en el mensaje que se da al paciente y a la familiar, su forma de acompañar, son herramientas de un profesional que sabe que esa es la manera de ganarse la confianza, cuando conoce que “su éxito” está en ella.