España pide un rescate de hasta 100.000 millones para la banca

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro,
Los fondos europeos se traspasarán al FROB en condiciones "muy favorables"... (dice el Gobierno)

Ya está. Ha caído la pieza más grande desde que los mercados comenzaron la cacería contra Europa. Primero fue Grecia en mayo de 2010. Le siguieron Irlanda y Portugal. Tras negarlo en incontables ocasiones –la última hace diez días, en boca del propio presidente Mariano Rajoy—, España ha acordado hoy con sus socios europeos un rescate de hasta 100.000 millones para evitar que quiebre una parte importante de su sector financiero.

"El Gobierno español anuncia su intención de pedir capitalización europea", ha confirmado esta tarde el ministro de Economía, Luis de Guindos. El responsable económico del Ejecutivo ha intentado vender la ayuda como un "crédito en buenas condiciones" para reflotar a la banca tras las cuatro reformas fallidas que se han llevado a cabo desde el inicio de la crisis, dos de ellas en apenas cinco meses de legislatura del PP.

Así, sobre las condiciones vinculadas al recurso a los fondos de rescate europeos, que es el precio que hay que pagar por pedir la ayuda exterior, el ministro ha destacado que no implicarán un nuevo plan de austeridad para el conjunto del Estado. Sin embargo, el Eurogrupo, tras una reunión de cerca de tres horas en la que también ha participado la presidenta del FMI, Christine Lagarde, ha advertido de que no permitirá el más mínimo desvío en los objetivos de reducción del déficit, así como ha confirmado que “vigilará de cerca y periódicamente” las reformas y ajustes necesarios para ello.

En esta ocasión, de nuevo, se ha vendido la decisión del Gobierno como “suficiente” para disipar de una vez por todas las dudas sobre el sector, origen de la sombra de sospecha que se cierne sobre España. La clave, ha añadido Guindos, es que la cantidad de 100.000 euros cuenta con un “amplio margen de seguridad” para convencer al mercado. Frente a esta cantidad, el FMI, que identificó los problemas del sector en un 30% de las entidades, cifró las necesidades de la banca en apenas 40.000 millones, lo que suscita incertidumbre en la propia banca.

 

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, también participa en la reunión del Eurogrupo

El ministro ha admitido que la decisión de pedir el rescate antes de conocer las conclusiones de las dos auditorías independientes encargadas por el Gobiernos sobre la situación de los créditos de la banca, tal y como era su deseo, se ha visto acelerada por el temor a que las elecciones griegas provocasen nuevas turbulencias sobre la eurozona. “Las circunstancias de los próximos días pueden ser importantes”, ha reconocido en referencia a la posibilidad de que los comicios den la victoria a los partidos que no descartan romper con el euro. “El Gobierno y sus socios han decidido hacer el anuncio porque es bueno para la economía española y el futuro de la eurozona”, ha añadido.

La ayuda se canalizará a través del FROB (el fondo de reesctructuración bancaria español), y de ahí irá a las entidades con problemas. Pero, como recalca el Eurogrupo en su comunicado, es el Estado español el último responsable de devolver el dinero prestado. Y es el Gobierno el que firma el Memorándum (el contrato entre rescatado y rescatadores), y no las entidades financieras que recibirán la ayuda.

 

Al final de una semana de declaraciones cruzadas, presiones y desmentidos, se confirma la cesión de Alemania, que ha permitido un rescate suave con ajustes restringidos a la banca. En la reunión, sin embargo, Holanda y Finlandia fueron los más duros frente a España. Las pegas holandesas provenían, según fuentes comunitarias, de la participación del FMI en el plan de ayudas. El Gobierno se negaba a que este organismo interviniera para evitar parecidos con los tres rescates anteriores y alejar el riesgo de la estigmatización ante los mercados. El FMI finalmente supervisará la situación de los bancos que reciban el dinero europeo. El organismo presidido por Lagarde, ha explicado Guindos, tendrá un "papel de asesoramiento y apoyo" en la implementación del programa.

Alemania, en cambio ya estaba de acuerdo con los principios generales antes de la reunión de hoy. “Rajoy se ha dedicado estos días a trabajarse a Merkel y ha olvidado un poco a los socios más pequeños. El trato consiste en que Berlín acepta un rescate suave y que, a cambio, se solicite cuanto antes con vistas a evitar cualquier contagio de un mal resultado en las elecciones griegas”, asegura un alto funcionario comunitario al tanto de las negociaciones de estos últimos días.

Las presiones externas han sido clave para superar la resistencia de Guindos para recibir varias decenas de miles de millones de euros y evitar que buena parte de su sector financiero caiga en la insolvencia. Porque el Gobierno prefería esperar a conocer los informes del FMI y de las dos consultoras privadas Roland Berger y Oliver Wyman, cuya publicación está prevista a lo largo de las dos próximas semanas.

 

La cifra de 100.000 millones "está dirigida a los mercados" y es un tope máximo, afirman fuentes comunitarias

Pero los datos del organismo que dirige Christine Lagarde llegaron antes de lo previsto y el proceso se aceleró. También influyeron las prisas de los países más ricos de Europa. Pese a que la propia Merkel sostenía ayer mismo que solicitar el rescate era una decisión autónoma de España y que su Gobierno no presionaría, los mensajes que llegaban del BCE y de algunos Gobiernos eran cada vez más evidentes.

Es cierto que el de España se presenta como un rescate light, que no supone una intervención total de la política económica nacional. Entre otros motivos, porque hace ya tiempo que las decisiones realmente importantes se toman más en Bruselas y Berlín que en Madrid. Concretamente, desde aquel mayo de 2010 en el que el entonces presidente Zapatero anunció en contra de su voluntad una bajada del sueldo de funcionarios, entre otros recortes.

La operación de salvamento de España será distinta de las que la Comisión Europea, el BCE y el FMI han protagonizado en estos últimos dos años. Se circunscribe al sector financiero, pero esto no impide que, en última instancia, el que debe responder por los préstamos es el Estado español. Si los bancos no pagan, serán los ciudadanos los responsables de hacerlo.

El próximo en caer puede ser Chipre, que ha reconocido esta semana que es incapaz de manejar el agujero de sus bancos. Europa y el mundo esperan que la gangrena se detenga aquí y no alcance a una economía aún más grande que la española, la italiana.