La huelga de hambre de Sol en Madrid, silenciada en los medios
Solicitan la dimisión del Gobierno. Todos están decididos a mantener esa determinación mientras sus cuerpos aguanten.
Se llama Jorge Arzuaga y es licenciado en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos por la Universiad de Burgos. Desde el pasado 12 de octubre está apostado en la Puerta del Sol de Madrid, manteniendo una huelga de hambre a la que se han sumado otros cinco jóvenes más en fechas sucesivas.
Ellos son: Alejandro Aceituna Madrid, lleva más de 27 días, Gisela Cutanda Madrid, lleva más de 25 días, Alejandro Navarro Valencia, lleva más de 24 días, Juan Manuel Madrid, lleva más de 24 días, Fran Odigie Galicia, lleva más de 4 días
Solicitan la dimisión del Gobierno. Todos están decididos a mantener esa determinación mientras sus cuerpos aguanten.
De momento, por lo tanto, no son carne de noticia para los grandes medios de información. Estoy convencido de que sólo lo serían en caso de extrema gravedad o muerte. Cada día acuden a la plaza grupos de personas que se solidarizan con los huelguistas. Conmueve esa anciana con muletas, sentada al lado de los jóvenes.
Habrá muchos que consideren inútil esa actitud. (¡Ahí es nada, que un Gobierno dimita por incumplir sus promesas y favorecer a las élites del poder financiero!)
El Gobierno ignorará tal demanda y seguirá totalmente ajeno a los hulguistas de Sol porque desconoce el valor que como compromiso de conciencia representa su comportamiento. Lo que sí está claro es que, con las penosas circunstancias que está viviendo este país y el grado de descrédito creciente por el que discurre la clase política que lo administra, la conciencia social más entera, cívica y respetable está en ese pequeño grupo de ciudadanos, alojado en la Puerta del Sol, cuya determinación a lo largo de varias semanas no tiene interés alguno para los medios.
Focos como esos de resistencia a tanta ignominia y desvergüenza gubernamental deberían cundir por el resto de España.
Es posible que para evitarlo los periódicos y los telediarios hayan establecido esa ley del silencio con la que preservar tal posibilidad.
Un millón de jóvenes sin trabajo y sin porvenir merecerían una huelga de hambre masiva por parte de la población más consciente de lo que eso puede comportar en el futuro. No creo que así se atrevieran los grandes medios a silenciarla tal como está ocurriendo con los jóvenes de Sol, en el corazón mismo de la capital de este reino cuyo declive y decadencia también se refleja en el silenciamiento informativo de estos actos de conciencia cívica, elementales para regenerar la maltrecha salud democrática que padecemos.
La periodista Isabel Galeote, del programa Clandestino, de Radio Campillos (Málaga), lo sabe y ha prestado su micrófono a la voz de esos jóvenes. Que su conciencia se asome a un espacio mediático que se llama Clandestino es todo un síntoma de nuestra adversa y me temo que muy alarmante coyuntura.