´El Brujo´, la bestia de El Moquinal
Sembró el terror en carnaval al fugarse de la cárcel, donde cumplía condena por asesinar a un joven y violar a la novia
Antonio Herrero .-Si hay un delincuente que se ganó la fama a pulso en la historia criminal del Archipiélago ese es sin duda Dámaso Rodríguez Martín, El Brujo. Puso en jaque a las fuerzas del orden durante 31 días tras no regresar de un permiso penitenciario, por el que cumplía condena por un asesinato y la posterior violación de su novia. En su alocada huida, violó y asesinó a una pareja de alemanes y sembró el terror de toda la Isla en plenos carnavales. Logró burlar el cerco que la Policía tenía sobre su domicilio en El Batán y entrar en casa de una vecina, a la que agredió sexualmente. Pero terminó cayendo hará el próximo viernes 25 años.
Pronunciar el nombre de Dámaso, más conocido como El Brujo o El Maso, entre sus vecinos de Las Mercedes es como nombrar al diablo. Pocos son los que hablan bien de este hombre que entre enero y febrero de 1991 sembró el pánico en Tenerife tras no reincorporarse de un permiso penitenciario y huir al lugar que le vio nacer y que conocía como la palma de su mano, la cordillera de Anaga. Fue en plenos carnavales y el bulo de que tenía intención de ocultarse entre las mascaritas sembró el pánico.
Dámaso Rodríguez Martín vino al mundo el 11 de diciembre de 1944, en el lugar conocido como Las Montañas, El Batán. Era hijo de Martín Rodríguez Siverio y Celestina Martín Perdomo, y se crió junto con otros cuatro hermanos, tres hembras y otro varón.
Su familia, humilde como las de la zona, intentan darle la mejor educación a Dámaso pero el joven está más interesado en llevar otra vida. Así, el 15 de enero de 1962 ingresa en prisión por primera vez. Tiene 17 años y es acusado de un robo. Ya cumplidos los 18, en septiembre de 1963, sale de la cárcel y un año después decide enrolarse en la Legión y es destinado al Sahara, donde asciende a cabo y hasta muestra un buen comportamiento. En 1966, se licencia del Tercio de Extranjeros. Regresa nuevamente a Las Mercedes, donde contrae matrimonio en 1967 con Mercedes Martín Rodríguez y se instala en el lugar conocido como El Peladero.
La vida durante estos años transcurre sin mayores contratiempos. En 1973 se produce el primer natalicio en la familia: llega una de sus hijas. La segunda nacerá en 1975.
Primer crimen
Sin embargo, las alegrías durarán poco ya que en 1981 tendrá lugar el primer encontronazo serio de Dámaso con la Justicia. Los otros dos crímenes sucedieron a los nueve años y dos meses de cometerse el primero, cuando disfrutaba de los días libres a los que tenía derecho.
Sobre las 20:50 horas del día 8 de noviembre de 1981, en el lugar conocido como El Moquinal, una pareja de jóvenes se hallaba en el interior de su vehículo, un Mazda. Se trataba de Baldomero Rodríguez Suárez, de 30 años, natural de Punta del Hidalgo, y su novia María de los Ángeles Ledesma Reyes, de 20, vecina de Guamasa. El turismo estaba estacionado en un lugar apartado, solitario y boscoso, con los cierres de las dos puertas echados y ligeramente entreabierto el cristal delantero derecho. En el asiento de dicho lado, tumbado, se hallaba acostado Baldomero encima de su novia. Sin embargo, dos ojos ajenos no perdían la escena. De manera sigilosa e inesperada, Dámaso Rodríguez Martín, un voyeur acostumbrado a espiar a las parejas, se acercó hasta el turismo. De forma súbita y repentina, al notar la pareja que había sido descubierta, Baldomero, de un salto, trató de alcanzar el asiento del conductor para poner en marcha el turismo y huir. Con una pistola Astra del calibre 9 milímetros corto, que había sustraído días antes del coche de un suboficial del Ejército de Tierra que se encontraba de maniobras y cuyo uso conocía perfectamente, El Brujo abrió fuego tres veces contra Baldomero, al que alcanzó en el brazo derecho y en el hemitórax izquierdo, que le perforaron ambos pulmones y el corazón, lo que se tradujo en su muerte instantánea.
Dámaso rompió a golpes el cristal trasero derecho y, a través del hueco formado y después de un largo forcejeo, logró sacar a la joven al exterior. Luego le arrebató una navaja que esgrimía para su defensa y la condujo a empujones y casi a rastras hasta un pequeño terraplén. Durante este tiempo no paró de gritarle: "Me gustas mucho", "te conozco de vista de La Laguna", "estáte quieta porque si no te mato". Al tiempo, le decía que no se preocupara ya que su novio estaba muerto.
Luego la arrojó al suelo, donde le bajó la ropa interior y, pese a la fuerte resistencia de la mujer, que llegó a golpear a Dámaso con una piedra en la cabeza, logró violarla. La víctima, una vez consumó la agresión, huyó hacia el coche, que logró poner en marcha, con la intención de escapar. Pero no lo consiguió puesto que Dámaso se percató de sus intenciones, la agarró y la lanzó sobre el asiento de detrás, colocándose él al volante y conduciendo, sin tener carné, por una pista forestal hasta llegar al Llano de Los Viejos, donde abandonó a la joven, no sin antes apoderarse del jersey y del pantalón de Baldomero, así como de 16.000 pesetas del fallecido. También le sustrajo el bolso a María de los Ángeles, donde había otras 400 pesetas. Dos días después, la Policía Nacional daba con el paradero de Dámaso, que fue detenido en la madrugada del día 11 de noviembre.
Le pegaba con frecuencia
Mercedes, su esposa, se fue distanciando tras este asesinato. Sufrió malos tratos por parte de Dámaso. Según comentó al autor del libro Dámaso El Brujo, "me llegó a levantar la mano, cosa a la que se acostumbró. Por último, me pegaba con frecuencia". La mujer continuó con otros relatos escabrosos: "Recuerdo que por las Navidades viví momentos verdaderamente angustiosos, pues las amenazas continuaban y las violaciones a las que me sometía se sucedían cada vez que aparecía".
Dámaso fue condenado por estos hechos a treinta años de reclusión mayor por un delito de asesinato y a veinte años de reclusión menor por la violación. Su vida transcurre en el centro penitenciario con la visita de sus padres y su esposa, que cada vez se muestra más distante con él. En 1987 se le concede el primer permiso penitenciario. Sin embargo, debido a su carácter conflictivo, en 1988, Instituciones Penitenciarias le deniega el permiso. Fue en agosto de ese año, en una de sus primeras acciones tras salir de la cárcel, cuando robó un coche de la Policía Local de Tegueste. El 1 de marzo de 1989 protagoniza una huelga de hambre a la que pone fin el 30 del mismo mes. Del 12 al 15 de diciembre de 1990 obtiene un nuevo permiso que se le vuelve a conceder del 17 al 20 de enero de 1991, hasta que el 19 de enero de ese año decide no regresar a la cárcel. Esa noche se presentó en las proximidades de la casa de los padres de su mujer y por la mañana se percataron de que faltaba la escopeta que utilizaba el padre cuando iba de caza. El miércoles 23 de enero de 1991 salta la orden de búsqueda y captura. Su obsesión es acabar con la vida de su esposa.
Al día siguiente, sobre las 15:15 horas, la Guardia Civil recupera el cadáver de la ciudadana alemana Marta Küpper, de 87 años, que presentaba evidentes signos de estrangulamiento y de haber sido violada. El cuerpo apareció en una zona abrupta del Roque de El Moquinal. La Benemérita reconoció las inmediaciones del lugar con personal de pie e incluso con la utilización de perros de rastreo, debido a la existencia de huellas de pisadas que conducían a unas cuevas de difícil acceso, siendo necesario el traslado del personal del Ereim con el helicóptero. Su marido, Karl Flick, de 82 años, apareció con varios tiros en la cara, que le desfiguraron el rostro. Mientras tanto, Dámaso se movía por el interior del monte con un pequeño transistor pegado a su oreja y con el que oía todo lo que sobre él se hablaba.
Días antes, entre el 17 al 18 de enero, sustrajo comida a Benita Rodríguez Siverio y entre los días 23 al 24 asaltó la cueva de Francisquito, donde se apoderó de cervezas, latas de sardinas, berberechos, atún y melocotón, así como un machete de plataneras. Ese mismo día 17, una vecina, de nombre Nemesia y de 60 años, lo denunció por una supuesta agresión y violación.
Robo en cuevas
Una semana después le tocaría el turno a la cueva de Sinesio Báez Báez, ubicada en la zona conocida como Camejo, donde sustrajo comida, bebida (Ron Guajiro), tabaco Récord y Krugger, así como garbanzos, judías, sopa, tocino, gofio, sal, ajos y medio kilo de sama.
Entre el 8 y el 11 de febrero se acercó hasta las casas de José Déniz Rojas, la primera en Tames, cerca de La Escalera, bajada de Chinamada, entre El Batán y Las Carboneras, donde nuevamente hizo acopio de provisiones y dos mantas. En la segunda de las viviendas de este hombre, situada a 500 metros de la anterior, en el paraje llamado Las Tosquillas, robó aceite de oliva, jugo y vinos.
El 12 de febrero, la Guardia Civil localiza una de las cuevas-refugio en un lugar muy próximo a Las Carboneras, donde se le ocuparon numerosos efectos, entre los que había un hueco para hacer fuego en su interior y un saco de dormir hecho con tela impermeable. Este hecho motivó que se acercase hasta el domicilio de Secundino Rodríguez, donde sustrajo un transistor que vino a suplir el que le intervino la Guardia Civil. Esta circunstancia fue aprovechada por las autoridades para pedir a su esposa, Mercedes, que le hablase. Esta le pidió que por favor las dejase tranquilas a ella y a sus hijas. Ellas solo querían trabajar y rehacer sus vidas. El día 30 de enero, una patrulla de la Guardia Civil a punto estuvo de detenerlo en Cueva Grande pero Dámaso era mucho Dámaso como para dejarse atrapar tan fácilmente.
El 5 de febrero llegan los refuerzos de la Guardia Civil. Son agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Ereim), que permanecen vivaqueando y concentrados en el monte al igual que El Brujo. Los agentes relataron que cuatro puestos de escucha permitieron oír sus pasos a través de la tupida laurisilva. Los montañeros mantienen entrevistas con paisanos conocedores del terreno, mientras que el Servicio de Información de la Guardia Civil se reúne con el guarda de la finca Sabanda, sita en el barranco de Flandes, que no puede aportar nuevos datos. Finalmente, el martes 19, a las 20:35 horas, hará el próximo viernes 15 años, Dámaso Rodríguez estaba rodeado por la Guardia Civil en una casa de Solís, en el municipio de Tegueste. Un vecino alertó de que la puerta de una vivienda estaba forzada y se percibía olor a comida. La casa se encuentra a unos 100 metros de una explanada donde aterrizaba y despegaba el helicóptero del cuerpo.
Un grupo de ocho guardias civiles se dirigen al lugar. Pertenecen al puesto de La Laguna y Tacoronte. Los agentes rodearon la casa y dieron varias veces el nombre de Dámaso. Como nadie respondía, el sargento del puesto de Tacoronte empujó la puerta. En ese instante se escuchó una detonación. Los guardias respondieron y una salva de tiros entró por la puerta. A cotinuación, cinco o seis minutos después, se hizo un silencio sepulcral. Entonces se produjo un segundo disparo.
Tras ello, se incorpora el teniente coronel de la Comandancia, que curiosamente se llamaba también Dámaso, pero de apellido Alonso. Ordena que arrojen un bote de humo al interior. Solo se obtuvo como respuesta unos gemidos y la frase: "No puedo moverme". En ese instante, el teniente coronel, seguido de sus hombres, entra en la estancia. En el suelo yacía El Brujo con el rostro parcialmente destrozado.
Estaba descalzo y había apuntado con la escopeta de caza a su cara y apretado el gatillo con los dedos de uno de sus pies. El arma se resbaló y no le alcanzó de lleno. Le voló parte del rostro. Pero a pesar de que se solicitó la presencia de una ambulancia de Cruz Roja para evacuarlo, Dámaso Rodríguez Martín, que estaba descalzo, vestía un jersey marrón, una camisa a cuadros y un pantalón vaquero, falleció poco después.
Tomás Afonso Hernández, autor del libro Dámaso El Brujo, afirma que éste fue un hombre marcado desde su nacimiento por la palabra Mercedes: nació en Las Mercedes, vivió en Las Mercedes, murió en Las Mercedes, se casó con una mujer de nombre Mercedes, los crímenes se realizaron en Las Mercedes y su patrona –la de los presos– es la Virgen de Las Mercedes. Tras una huida de 17 días, Dámaso El Brujo pasaba a formar parte de la leyenda negra de Canarias.