Adjudicado el trasvase entre Garandúe y la presa de La Quintana
El convenio suscrito entre el Gobierno de Canarias y el Cabildo de La Gomera permite destinar más de 270 mil euros a la restitución de esta infraestructura hidráulica
El Cabildo de La Gomera anunció este miércoles la adjudicación de los trabajos del trasvase entre el Barranco de Garandúe y la Presa de La Quintana de Arure - en el municipio de Valle Gran Rey -. Esta actuación está enmarcada en el convenio suscrito entre la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias y la Institución gomera para la mejora de las infraestructuras hidráulicas insulares.
El presidente, Casimiro Curbelo, explicó que los trabajos tienen un inversión de 270.752,09 euros que irán destinados a la colocación de una nueva tubería por el interior de la infraestructura actual para minimizar el impacto visual que pudiera tener. En este sentido, afirmó que la canalización existente construida hace más de 25 años está integrada en el paisaje, por lo que la propuesta recogida en el proyecto “es la que mejor se adapta a las necesidades de las obras”.
El trasvase posibilitará, según los datos del Consejo Insular de Aguas, una aportación media anual en la cuenca de 28.500 metros cúbicos, un 28,5% de la capacidad de La Quintana. Esto incrementará los recursos hídricos de la comarca, asegurando que gran parte del agua recogida de las precipitaciones pueda almacenarse y ser utilizada por los agricultores de Arure.
“Sin duda, la nueva infraestructura tendrá una repercusión positiva para la Vega de Arure, que viene padeciendo la escasez de agua desde hace unos años y, ahora, verá mejorada su situación una vez finalicen las obras del trasvase”, dijo Curbelo.
Fue en 1986 cuando se realizó la primera actuación en la zona, momento en el que se construye el primer espacio de acumulación de agua para derivarla hasta La Quintana. Es en 1992 cuando se ejecuta una nueva infraestructura de este tipo pero de mayor tamaño, con el fin de incrementar el caudal del trasvase. Desde entonces la infraestructura sufre un alto grado de oxidación con numerosas roturas a lo largo de su recorrido.