Chácaras y Tambores “lloran” la despedida de Lili Ascanio
La “madre” del Folclore en la isla de La Gomera, Lydia Ascanio y Ascanio, popularmente conocida como “Lili”, recibía en la tarde de hoy, 25 de mayo el último adiós de aquellos que compartieron momentos de su vida; un tiempo en el que la mayor parte del mismo lo dedicó al rescate y posterior expansión de esta seña de identidad insular.
Lilí Ascanio Ascanio nace en Hermigua en 1923, más concretamente en el barrio de El Convento. A los tres o cuatro años de edad, Lilí y su familia se trasladaron a vivir al barrio de La Cerca, donde vivió practicamente toda su vida.
A los cinco o seis años de edad empezó a ir a la escuela de doña Mercedes, en El Convento, frente a la iglesia del Valle Alto. En 1939 pasa una temporada en La Villa, donde asiste a un colegio de monjas durante un año. De regreso a Hermigua, le dio clases el maestro palmero don Manuel Durán. Su infancia siempre será recordada de forma entrañable, jugando con el resto de niños de su barrio en los caminos y en las pocas carreteras del pueblo.
Unida a la danza desde muy pequeña, aprendió con sus tías el primer paso del tambor en los años cuarenta del siglo pasado. Sus tías doña Carmela, doña Consuelo y doña Erenia veraneaban en Alajeró y allí ellas aprendieron el Baile del Tambor. En 1940, doña Erenia le legó a Lilí el Baile del Santo Domingo y doña Carmela el Pasito Corto de Alajeró. Lilí ya conocía la Isa, la Folía y la Malagueña. Sus tías en San Sebastián le enseñaron un pasito del baile del tambor bailando en un mosaico; a Lilí le costó mucho aprenderlo, según ella misma reconocía cuando se le preguntaba por los comienzos en el rescate de la Danza y el Folclore gomero.
En 1948, Lili Ascanio inspirada en un grupo de gente que bailaban en la isla de La Palma, comenzó a “construir” lo que sería más tarde “Coros y Danzas de Hermigua” al que se le añadiría “y Agulo” bastantes años después.
Luchadora infatigable, Lili Ascanio recorrió caminos y veredas no siempre fáciles hasta lograr consolidar su objetivo; el rescate y la expansión de una expresión popular que se hallaba en riego de desaparecer como tantas otras. Premios y Reconocimientos que llegaron y que supusieron una justa recompensa a su labor y a la que dedicó gran parte de su vida.
El entonar del Romance, veces alegre, otras lastimero y sentido al compás de chácaras y tambores, es hoy posible gracias al empeño de alguien que supo sembrar la semillas de lo que es actualmente la más reconocida expresión cultural de la isla; no en vano, el Baile de Tambor representa la seña de identidad de La Gomera donde, Romanceros, verseadores, tocadores y bailadores -as, se cuentan aún gracias al ahínco de Lili.
Hoy, esas Chácaras y Tambores han sonado más fuerte que nunca. Lo han hecho con un Romance de lamento pero a la vez de orgullo; una dicha de haber tenido “una madre” que le ha dado la vida y a la que han dado el "hasta siempre".
Las chácaras gritan tu adiós/ el tambor tu despedida/ el romancero quiebra su voz/ para honrarte en tu partida. Hasta siempre “Lili”.