De la Laguna Grande a Las Rosas

Tras  “soportar”  en su grupa a más de un millón de personas durante más de cincuenta años, “sus huesos” descansarán en Las Rosas; aunque no del todo.

Mucho se ha dicho y escrito sobre los burros de madera de la Laguna Grande, esas figuras artesanales que representan al noble animal que durante décadas fue el medio de transporte perfecto en un territorio de tan difícil orografía como la isla colombina de La Gomera.

No se conoce la fecha exacta en la que los mencionados y primigenios  équidos, fueron colocados en el corazón de La Gomera, lugar que han custodiado y continúan haciendo hasta la actualidad, pero lo que si se conoce es los artesanos que durante este tiempo han sido los encargados de realizarlos. 

Así, José García Suárez y Ángel Medina, fueron los primeros que diseñaron y elaboraron los primeros “pollinos” de La Laguna Grande; tras ellos, Manuel Valeriano, Lucio Medina y Epifanio Sicilia, se encargaron de realizar los “sustitutos” de los anteriores y  por su parte, el tercer burro, que es el último en ser reemplazado, fue obra de Juan Ramón y Pedro Luis. La última sustitución, es obra del artesano José Manuel Sánchez,  quien en el año 2016 realiza las figuras de los actuales “custodios” de La Laguna.

Difícil es saber, por tanto, quien es el autor de este “burro viajero”  protagonista de un “curioso viaje” desde su perpetua morada hasta la entrada al municipio sureño de Alajeró; un recorrido que sorprendió a propios y extraños y que, a día de hoy se recuerda.

Pero esta vez, el  “último viaje”   del “rucio” de madera está motivado por alguien que se ha empeñado en rescatar y mantener vivos nuestro conjunto de bienes morales o culturales acumulados por tradición o herencia en nuestra isla.

Alcibiades García, que ha rescatado Molinas y Molinos de Gofio, Lagares de Viga, Fuentes y  un largo etcétera de actividades ancestrales como el “tueste del millo a leña” , se ha propuesto rescatar, restaurar y colocar en un lugar digno, a ese “  elemento sentimental” tan apreciado y valorado por los gomeros y visitantes de la isla.

Hoy, este enamorado de lo nuestro, ha recibido emocionado en su “Molina Vieja”, este pedazo de la historia de La Gomera; un “pedacito de madera” que guarda innumerables vivencias de aquellos que ha cargado en su lomo, de los que ha visto crecer. Todos, tendrán la oportunidad de que le visiten de nuevo tras su restauración en la que será su “última y definitiva morada” . 

Esta vez, cuando Alcibiades García le coloque sus nuevas “enjalmas”, el burrito de La Laguna Grande, será el custodio de su Molina y del barrio de Las Rosas.