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domingo, 24 de noviembre de 2024 00:00h.

El Consejo Insular de Caza decide no abrir la orden de veda de caza con escopeta ni con hurón

“hemos decidido no autorizar la caza con escopeta ni con hurón para cazar paloma bravía, perdiz moruna y conejo debido a los informes que determinan que la reproducción es escasa debido a la sequía que existe en La Gomera”
Casimiro Curbelo
Casimiro Curbelo

El Consejo Insular de Caza, presidido por el presidente del Cabildo Insular de La Gomera, Casimiro Curbelo, ha decidido hoy no abrir la veda de caza con escopeta ni con hurón para cazar paloma bravía, perdiz moruna y conejo durante la presente temporada. En dicha reunión, celebrada en la sede del Cabildo Insular, si se autorizó los entrenamientos con perros conejeros, del 1 al 31 de julio en todos los campos de entrenamiento y todos los días, así como con los perros perdiceros, desde el día 1 de julio hasta el 31 de diciembre, todos los días, en campos de entrenamiento, reservas y refugios.

El Consejo también acordó que el precio de las tarjetas sea de 30 euros para los cazadores de La Gomera y de 45 euros para los que no sean socios. Igualmente, se destacó la importancia de que los cazadores deben ir siempre previstos de la documentación necesaria como la licencia, la tarjeta de caza controlada y seguro.

El presidente insular, Casimiro Curbelo, manifiesta que “hemos decidido no autorizar la caza con escopeta ni con hurón para cazar paloma bravía, perdiz moruna y conejo debido a los informes que determinan que la reproducción es escasa debido a la sequía que existe en La Gomera”.

Según un informe elaborado por el biólogo de la Unidad de Medio Ambiente en lo que respecta a la situación de la fauna cinegética en la Isla de cara a la presente temporada, las condiciones climatológicas imperantes en La Gomera durante el otoño 2011 y el invierno y primavera del presente año se han caracterizado por una escasez general de precipitaciones, acompañadas de períodos con temperaturas medias más altas de las normales, lo que ha tenido una incidencia negativa a nivel general en el desarrollo normal de la vegetación y flora insulares, especialmente en las zonas bajas y medianías, con un desarrollo bastante precario o nulo de las especies y floración propias de estas épocas, lo que ha incidido de manera negativa tanto el porcentaje reproductivo de las especies silvestres y asilvestradas, como en la disponibilidad de alimentación para los ejemplares jóvenes o adultos