Escapada para dos en un sorprendente Hermigua, La Gomera
Llegando a Hermigua, a la salida del túnel de la cumbre, ya el paisaje impresiona. Un profundo valle decorado con el verde de los cultivos, el azul del mar y el Teide a la vista, siempre vigilante.
Hacía tiempo que nos merecíamos una escapada juntos. Por fortuna compartimos esa inquietud viajera que se mete en la cabeza y hace que siempre estemos pensando en nuevas experiencias que compartir en destinos por conocer. Sin pensarlo mucho, nos lanzamos a pasar unos días en nuestra isla favorita, La Gomera. Así es, ¡nos lanzamos a una escapada romántica de fin de semana! Es una de las grandes ventajas de la isla, la cercanía y la frecuencia de viajes, tanto por barco como por avión, permiten viajes casi improvisados.
Llegando a Hermigua, a la salida del túnel de la cumbre, ya el paisaje impresiona. Un profundo valle decorado con el verde de los cultivos, el azul del mar y el Teide a la vista, siempre vigilante. La tarde cae y paramos a disfrutar del atardecer en uno de los innumerables miradores del Valle. Nos parece el paraíso, una estampa de campaña publicitaria hipercolorida que nos abruma con su perfección. Estampa que se complementa con el encanto del hotel Iboalfaro, donde nos reciben con amabilidad y familiaridad.
Amanecer en complicidad
Amanece un día espectacular. Este tipo de escapadas son perfectas para no tener prisas y disfrutar juntos de la mañana, sobre todo cuando el hotel ofrece excelentes habitaciones, un ambiente tranquilo y unas vistas de lo más sugerentes. Una mañana cálida de confidencias es precisamente lo que buscábamos.
Toca levantarse, nos gana el deseo por conocer. Lo primero es tomar un buen desayuno. Hermigua presume de varios establecimientos de elaboración y venta de dulces gomeros. ¡Y vaya si nos prestamos a probar! No nos cansaremos nunca de disfrutar de los bollos de leche, las galletas de limón, los rosquetes de manteca, las galletas rizadas, las tortas de cuajada. Un chute de felicidad por la mañana.
¿Dónde nos damos el chapuzón?
Una vez satisfecha nuestra curiosidad gastronómica, apetece un buen baño, y hemos tenido suerte, luce un sol radiante y el cielo está totalmente azul. Nos acercamos a la playa de La Caleta, justo en el barranco contiguo. Ya por el camino paramos para retratar y retratarnos con unos paisajes espectaculares. La playa, en su mayor parte de callado, guarda una esquina arenosa para recibir a los bañistas. Nos han encantado las instalaciones de la playa, que constan de asaderos, baños, zonas ajardinadas, una pequeña ermita y un bar que abre durante todo el año. Como no, nos hemos tomado una cervecita entre tarajales, junto al mar.
Pero no nos remojamos allí, optamos por zambullirnos bajo la marea en la zona conocida como El Peñón. Se trata de un espacio espectacular, con una zona de baño natural, una piscina y los impactantes restos del antiguo pescante de Hermigua. Son unos gigantescos prismas de hormigón que sostenían una estructura de hierro para la carga de plátanos destinados a la exportación a principios del siglo XX. Es uno de los elementos más importantes del patrimonio industrial de la isla. Los lugareños nos cuentan que quedó en desuso cuando se terminó de acondicionar la carretera desde la capital. Actualmente estos prismas forman parte característica del paisaje de Hermigua.
La verdad es que hemos tenido mucha fortuna, el sol invita al baño y ¡nos entra el deseo de quedarnos allí para siempre! Encontrar pequeños momentos de felicidad juntos nos hace enamorarnos cada vez más de esta isla.
Visita al Valle Alto y sus encantos
Todos mis viajes a La Gomera siempre han estado llenos de anécdotas, y este no podía ser menos. De camino al Valle Alto nos encontramos una cabra suelta, paseando tranquilamente por la acera de la carretera, justo a las puertas del museo etnográfico del pueblo. Parecía que esperaba a que le abrieran las instalaciones para ocupar su lugar protagonista en la etnografía canaria.
Paseamos por la zona de El Convento. Su plaza recién estrenada y su iglesia de cuatro siglos de antigüedad nos permite dar el toque cultural y patrimonial al fin de semana. En el entorno la platanera es protagonista, los bancales decoran el valle dándole un valor paisajístico e histórico que relata la lucha humana por la supervivencia y trabajo constante en su búsqueda de alimento.
La curiosidad nos lleva a otro punto interesante del Valle Alto. Habíamos escuchado hablar del molino de gofio gomero que regenta Rayco. Hace dos años, en el primer concurso canario de gofios que se celebró, el de este molino recibió la medalla como “Mejor gofio de Canarias”. El olor a millo tostado nos anuncia la cercanía a la molienda. No solo ratificamos la excelencia y variedad de sus productos, sino que nos ha encantado visitar sus instalaciones, la amabilidad de la gente y lo “famosos” que se han vuelto sus productos.
Cena compartida, seducidos por La Gomera
Y ¿qué es una escapada romántica sin una cena en pareja? Hay varios lugares acogedores y de calidad para elegir. Esta vez nos inclinamos por el restaurante Telémaco. Es un lugar encantador, con un buen ambiente y exquisita comida. La buena temperatura nos invita a disfrutar de la terraza. Una vez más, la suerte nos acompaña, hay una actuación musical y terminamos la noche entre postres de parchita, vino de Montoro y baile bajo las estrellas. Una noche luminosa.
Es curioso, en el Valle de Hermigua, mires donde mires, disfrutas de unas vistas espectaculares, gigantes de roca te rodean y te acogen. Conocíamos La Gomera por los variados y diferentes tipos de viajes que oferta. He caminado la isla, he gozado del sol y la playa en el sur, he disfrutado de actividades de aventura, pero esta vez hemos descubierto La Gomera como lugar ideal para disfrutarla en pareja.
Puede que haya sido la primavera, esos territorios llenos de terrazas y verdor, el horizonte donde el mar se funde con el Teide, la mezcla de aromas de flores, millo tostándose y galletas al horno, o el hecho de estar juntos, pero una vez más La Gomera nos ha seducido.
Por :RUTH ACOSTA