La Gomera , 28 años recordando a sus héroes
Broncos silbos, hondos y oscuros, retuercen La Gomera. No pueden hacer otra cosa. No quieren hacer otra cosa.Sus ecos desesperados retumban, denuncian y reclaman, desde el silencio eterno de su olvido,
la soledad de su alma, vacía, hueca, inerte, fría como la piedra.
GOMERA (Anónimo Copiado de Facebook)
Broncos silbos, hondos y oscuros, retuercen La Gomera.
No pueden hacer otra cosa. No quieren hacer otra cosa.
Sus ecos desesperados retumban, denuncian y reclaman,
desde el silencio eterno de su olvido,
la soledad de su alma,
vacía, hueca, inerte, fría como la piedra.
Ceniza y desolación:
lo heredado hasta ver su paisaje yermo.
Sufrimiento, lejanía, dolor y rabia
por repetir una historia que se siente y escuece,
que se palpa escrita en el aire.
Los silbos, no pueden hacer otra cosa. No quieren hacer otra cosa.
Solo denuncian a voz en cuello, nada más que eso,
al revivir, despavoridos, viejos recuerdos de muerte
que engendran las más viles de las soledades.
Otra vez.
De nuevo.
Cual si fuera un molino.
Tierra sobre tierra.
Negro sobre negro.
Al son de tristes tajarastes hoy bailan negras sombras del ayer.
Al repique de chácara rota y tambor rajado
caminan y persiguen augurando sequía de ensueño,
esterilidad maldita.
Los silbos, no pueden hacer otra cosa. Porque no quieren hacer otra cosa.
Los silbos que claman son silbos que despiertan.
Despiertan ese grito del gomero ensimismado,
del gomero que no quiere vivir más nunca
en su propia isla y en silencio amordazado.
No. Eso no.
Silbar y silbar,
denunciar y denunciar.
Gomera eternamente viva en voz y pensamiento.