El Pescante: el progreso de Hermigua (1908)
Hermigua, famoso por su valle, uno de los más ricos y más pintorescos de la provincia, pero tristemente célebre por el caciquismo leonino que allí ha imperado, nos recibe igualmente con grandes atenciones y generosa complacencia.
Hacemos el viaje en caballerías, formando la expedición doce jinetes, entre ellos un amable señor extranjero Mr., Bluit que ha llegado el día anterior para asistir á las fiestas de Agulo.
Mr. Bluit cabalga en un mulo huraño y fornido que destaca su gallarda figura entre las demás caballerías, casi todas faltas de elegancia si exceptuamos un caballo amarillo y correntón que le toca en suerte á Molowny.
Los demás nos resignamos á hacer de Sanchos y Quijotes, por la apostura de los rocinantes y de los dos ó tres rucios que entre ellos había.
Nuestra primera visita en Hermigua es al presidente de La Unión, D. Francisco Trujillo Grasso, bondadoso caballero, en cuya casa encontramos los mayores agasajos. El señor Trujillo y su simpática señora tienen para nosotros toda suerte de amabilidades, y en su grata compañía hubiésemos permanecido más tiempo á no ser tan, apremiante el que disponíamos para la excursión...
Francisco Trujillo Grasso, uno de los artífices de El Pescante
De la casa del Sr. Trujillo nos trasladamos á los almacenes de la casa Eider Fyffe, que se hallan inmediatos.
La extensión de sus salones y la abundancia de frutos que contienen dan aspecto de ingenio á estos almacenes. Numerosas campesinas trabajan á la sazón en el empaquetado de plátanos, |cuyos racimos, militarmente alineados, parecen un diminuto ejército de verde uniforme que se dispone á emprender la marcha para luengas tierras… Los dedos múltiples de los frutos erguidos señalan aquella pacífica legión el camino de su porvenir: la conquista de los mercados...
Ha sonado la hora del almuerzo y las campesinas abandonan la tarea, formando corros al rededor del ayanto.
En uno de ellos, una morena agraciada y risueña nos invita á probar bocado. Niebla acepta la invitación y la morena entonces le obsequia con una enorme pelota de gofio que pone á aquel compañero en verdadero apuro. No es posible desairar á la muchacha y Niebla, cortés y agradecido, apechuga con el gofio, que le sabe á mieles.
El jefe de los almacenes D. Eliseo Plasencia, un señor que ha calentado sus huesos en los trópicos, nos lleva después á su despacho, donde somos espléndidamente obsequiados. Nos despedimos muy reconocidos, y proseguimos nuestra marcha para Hermigua. Las bellezas del paisaje se multiplican á medida que nos internamos en el hermoso Valle.
Las casas, diseminadas, escóndense entre abanicos de palmeras y laureles, y el agua, serpenteando en todas direcciones, desata entre juncos y cañaverales sus lenguas de cristal, cantando alegrías.
Bajo un sol inclemente y á todo el correr de nuestros caballos trotones, llegamos hasta el Valle alto, ó Cruz del Puerto, en las faldas de una montaña que parece una montera con sus dos picos elevados. El cuadro que desde allí se contempla nos parece un rincón del Valle de la Orotava, lleno de verdor de platanares, entre marco de geráneos blancos y rojos.... Y, en la lejanía, asomando entre el hueco de los riscos que yerguen sobre la costa sus inmensas moles peladas, el mar azul y sereno, orlando la playa con la plata de sus espumas....
Fatigados y rendidos emprendemos el viaje de regreso. Las caballerías, jadeantes, marchan ahora á lento compás, parándose en las vertientes del camino para refrescar las fauces en el agua cristalina que por ellas corre, camino de los barrancos.
El progreso de Hermigua
Como Agulo, Hermigua progresa á pasos agigantados. Su agricultura en auge brinda á aquel Valle un porvenir dichoso, y en todos se nota el afán de trabajar por el fomento de su pueblo.
Ahora la Sociedad La Unión está construyendo un pescante ó desembarcadero de gran importancia. Patrocina la obra nuestro amigo D. Emilio Calzadilla y dirije los trabajos el ilustrado teniente de Artillería, D. José Maldonado, autor del proyecto. El pescante será de acero y hierro y su coste no bajará de 100 mil pesetas, distribuidas en acciones. Hasta la fecha pasa de un centenar el número de accionistas y se espera un considerable refuerzo en metálico de los gomeros residentes en Cuba. Además se está construyendo un camino del Valle al puerto, para cuyos trabajos ha hecho importantísimos donativos la casa Eider Fyffe, que presta también un grande auxilio á la obra del pescante.
Diario El Progreso, 30 de abril de 1908.