“Los llaman "especiales" y lo son.  Pero lo son porque, su mirada es limpia, porque su sonrisa es tierna y porque sus abrazos son sinceros. De todas las visitas que he recibido ninguna dejó en mi tanta huella y tanta paz”

Con este pequeño pero sentido texto, describía Alcibiades García, propietario del “museo vivo”  La Molina Vieja, la visita que los usuarios del Centro de Diversidad de Vallehermoso realizaba el pasado 20 de febrero a sus instalaciones.

Una jornada que estuvo marcada por el interés y la implicación de los visitantes en cada una de las actividades que se realizaron como el desgranado manual, sentados en corro como se hacía antaño, del maíz para su posterior tueste y molido en la centenaria máquina.

Muchos son ya los diferentes Grupos e innumerables aún mas la cantidad de personas que han tenido la oportunidad de recorrer las estancias de un lugar en el que , contrariamente a un “Museo de contemplación”, en este espacio las tradiciones se viven y se disfrutan. La persona deja de ser el visitante al uso para, convertirse en unas horas en el actor principal de la tradición.

Al finalizar y como acostumbra el anfitrión Alcibiades García, agasaja a sus visitantes con el “oro en polvo” de la Vieja Molina, un dorado gofio digno de cualquier mesa que se precie.

Cabe añadir que, Alcibiades García lleva abriendo sus puertas al público desde sus comienzos de manera altruista, una labor por la que no percibe dinero alguno. Lo hace-dice- por el placer de dar a conocer nuestras tradiciones y costumbres y que estas, por encima de todo, continúen presentes.

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