Adorando dioses paganos
Pedro Rodriguez.-Hemos tenido la desdicha en estos días, de ver, como un nutrido grupo de nuestros representantes políticos, han tenido cuentas que saldar con la justicia. Digo desdicha, porque a pesar de que se haya convertido en una cuestión habitual, no deja de ser escandaloso. En este caso, se puede afirmar sin riesgo a equivocarse, que está siendo un triunfo de la justicia, pero un fracaso del sistema democrático ¡Un rotundo fracaso! ¿ Y por qué es tal el fracaso? Porque hemos sido benevolentes con la corrupción y con los gobernantes mediocres. En muchos casos, a políticos que están manchados, sus deplorables actuaciones no les han pasado factura, es más, muchos de ellos han seguido cosechando mayorías absolutas, mientras la ciudadanía que los elegía, se tapaba la nariz y miraba hacia otra parte. También han sido cómplices, muchos partidos políticos, que a la hora de cerrar unas listas electorales, prefieren optar por un valor seguro, para conseguir el codiciado sillón, aunque ese valor seguro sea un saco de pudrición. La coherencia en estos casos entre lo que se pregona y lo que se hace, no suele ser la norma.
Observando la manera en que muchos vecinos se despedían días atrás del alcalde de Arona, cuya corrupción está más que demostrada (de hecho, empezó a liarla a los tres meses de estar en el cargo) con llantos de desesperación y fijándome con la veneración que se trata a muchos caudillos (auténticos dictadores ) en nuestras islas; empiezo a creer que muchas personas han convertido a esos políticos en verdaderos dioses paganos. Han llegado a crear una especie de mitología a su alrededor y han entrado en un estado de ofuscación tal, que su capacidad de raciocinio está completamente bloqueada. Son adoradores de un auténtico “becerro de oro”, como los israelitas en el desierto del Sinaí.
Es la única manera de comprender diversas situaciones que atentan contra la lógica más elemental y que muchas personas se creen como si fuera una verdad de fe. ¿Cómo es posible que un político que gana unos ochenta mil euros al año (oficialmente, no contamos “los extras”), le pueda decir a otros que ganan una miseria, que hay que apretarse el cinturón? ¡Utilizando la lógica, esto es un disparate! Si me lo dice mi dios pagano, me lo creo. ¿En qué cabeza cabe que una persona que tiene las costillas forradas , le diga a otros que están al borde de la limosna, que hay que optimizar lo que tenemos? Si nuestro cerebro nos diera señales de su existencia, habría que decir ¡Empieza a optimizar tú! ¿no? Pero a la arenga de mi dios pagano, solamente contesto ¡Así se hará! ¿Cómo es posible que algún político diga a estas alturas que hay que asegurar el funcionamiento del sistema? Únicamente puede querer que se siga manteniendo este sistema, que es una auténtica basura, alguien que esté sacando provecho de él. Pero si mi dios pagano me lo ordena, seguiré manteniendo el sistema para que él se beneficie, mientras yo trato de sobrevivir (que no de vivir).
Como se puede valorar, la única manera de explicar todo esto, es en base a una fe o a una creencia ¡No caben respuestas racionales! Con esa premisa, a nuestro dios pagano se lo justificamos todo, si roba, si malversa, si soborna…¡Todo vale! Es más, si llegarnos al punto de ver a nuestro dios pagano con una pistola en la mano, asestándole tres tiros a una anciana, es probable que llegáramos a pensar que algo de culpa tuvo la señora.
El día de que de verdad nos concienciemos de que la vida pública no es cuestión de fe, si no cuestión de hechos. De que a los cargos públicos se les mide por la coherencia entre lo que hacen y lo que dicen. De que nuestro dios pagano, es un ídolo con pies de barro, haremos una mejora impresionante. Pero para eso hay que desprogramarse, liberarse del control mental al que se ha sido sometido y empezar a utilizar la razón.