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lunes, 16 de diciembre de 2024 09:31h.
Opiniones

El 14 de Abril y la III República española

¿En qué país se desahucia a una familia que ya no puede pagar su hipoteca y en cambio se le conceden prórrogas a un Iñaki Urdangarín que se ha comprado un castillete de 8 millones de euros en la zona más cara de Barcelona?

Ahora que se acerca la conmemoración del 14 de abril, quisiera recordar aquel ideal republicano de 1931 que pretendía traer instrucción, modernidad y justicia social en un país de analfabetos, de campesinos y masas urbanas pobres.

La II República cayó víctima de una sociedad caciquil, de sus propios errores de gestión, de los contubernios políticos, del egoísmo de los partidos y del apoyo que el banquero Juan March, Hitler y Mussolini prestaron a Francisco Franco para su levantamiento militar. La España de comienzos del siglo XXI tiene poco que ver con aquella, y la que veo para el futuro podría ser un país republicano y federal, como Alemania o Estados Unidos, donde quepan Cataluña o el País Vasco junto a Canarias o Andalucía.

Cuando hace poco el New York Times, que no es un periodiquito de andar por casa, publicó que el Rey Juan Carlos tiene una fortuna personal estimada en 1.800 millones de euros, nadie se tomó la molestia de rebatir tal información, que no ha sido objeto de querella por parte de la Casa Real. Y es que los ciudadanos están cansados del mal olor de la gestión pública, con la sensación generalizada de que la impunidad se extiende. La falta de confianza se detecta en las encuestas y en este caldo de cultivo crecen los movimientos sociales alternativos, el pueblo se está movilizando contra los desahucios, contra los abusos de una banca ladrona y torticera, contra tanta injusticia.

¿En qué país se desahucia a una familia que ya no puede pagar su hipoteca y en cambio se le conceden prórrogas a un Iñaki Urdangarín que se ha comprado un castillete de 8 millones de euros en la zona más cara de Barcelona?

El escandalazo de la imputación de la infanta Cristina ha sido monumental. ¿Pero no podría ser que todo esto de “imputar” a la infanta Cristina forme parte de una puesta en escena, una pantomima que se desvanezca pronto y que, al contrario, esto sea administrado desde la Casa Real como un motivo para revitalizar su imagen? ¿Y la “huida” de Urdangarín a los Emiratos Árabes para alejarlo del peligro? La historia de España, desde mediados del siglo XIX hasta ahora mismo, ha traído más de una vez el desgaste de la monarquía y la aspiración de erradicarla, ha soterrado el debate monarquía/república. El debate ha escondido casi siempre el propio debate entre el regeneracionismo y el conservadurismo, entre el progresismo y la ortodoxia, entre el avance social y la permanencia en el modelo de la vieja España de tintes inmovilistas.

La España de 1931-36 era una nación de aristócratas venidos a menos, anticlericalismo, escasa industrialización y baja renta. Había pocas escuelas, en Canarias y Galicia la emigración hacia América era obligatoria. La España de hoy, a pesar de la crisis, es un país europeo que ha mejorado su nivel de vida y su instrucción. Sus jóvenes tendrán que emigrar porque no tienen futuro y, en medio de la actual situación económica, las corrupciones de los políticos y los últimos comportamientos del Rey, tienen la consecuencia de que el pueblo no confía en sus más altas instituciones.

Claro que, en un momento en que los nacionalismos silban el himno nacional y los catalanes y los vascos anuncian referéndums para la independencia, hay muchas cuestiones por abordar. ¿Podría pactarse una reforma de la Constitución del 78 para ir hacia el federalismo que reivindica parte del PSOE como estrategia para amortiguar los impulsos independentistas? Está claro que la monarquía parlamentaria trajo modernidad y mejora social, cierto que el Rey se granjeó respeto y prestigio pero algunos comportamientos de los últimos años han introducido una quiebra en su imagen.

Sus propios achaques de salud son una metáfora de la percepción que en estos momentos tiene la institución entre los ciudadanos. Y la pregunta es doble ¿podría regenerarse la monarquía si dimitiera Juan Carlos y sube al poder Felipe VI o podría la fórmula republicana mantener la unidad y la estabilidad de este viejo país llamado España con tales tendencias separatistas? Cierto que el príncipe Felipe tiene buena imagen, y con su juventud podría ser un golpe de aire fresco para una institución tan tocada por tantos errores.

Pero cuanto más se retrase la abdicación del Rey (y ello no va a producirse) tanto peor será para la propia monarquía. Pienso que en una futura III República deberíamos caber todos con dignidad, en una sociedad más justa e instruida, con menos corrupción y sin más recortes sociales. Libertad, igualdad y fraternidad era el lema de la Revolución Francesa que siglos después dio pie a la Declaración Universal de Derechos Humanos.