En reconocimiemto a los aleccionadores en las Aulas y a los buenos políticos
Opinión Por Angeles Pérez de Taoro.-Ser elegido democráticamente en las urnas en España parece que es un salvoconducto para legitimar cualquier abuso de poder, mala gestión o incompetencia de un cargo electo, en algún momento en las proximidades del cambio de siglo, se olvidaron de que ser un cargo político es en primer lugar ser un servidor público, y por tanto son y deben ser el blanco de las críticas de la ciudadanía a los resultados de su trabajo como administradores y gestores de lo público.
De hecho esas críticas deberían generar en la persona que ocupa el cargo, una autorreflexión sobre la capacidad para ejercer las funciones que le han sido prestadas. Si su trabajo no ha dado el resultado comprometido, debería dimitir, si su gestión ha supuesto un detrimento innecesario de las arcas o del patrimonio público, debería dimitir o asumir las responsabilidades económicas correspondientes, si sus métodos han generado instrucciones judiciales que les hayan imputado y condenado, deberían ser despedidos por los votantes, por los que le han elegido y por los que no, porque finalmente todos somos la parte contratante.
"Esos profesionales de la docencia que te enseñaron a ser escéptico y crítico"
De mi época de alumna en los centros públicos, los maestros y profesores que recuerdo con mayor cercanía fueron aquellos capaces de exponer y argumentar sus opiniones personales y que me exigían argumentos y razón para defender mis juicios, no siempre coincidentes con los suyos, porque ser adolescente no significa ser fácilmente maleable, y menos si has tenido la suerte de encontrarte con esos profesionales de la docencia que te enseñaron a ser escéptico y crítico. De los profesores que se limitaron a impartir su materia, ni siquiera me acuerdo.
Si el deber de un candidato elegido democráticamente es defender el interés público, encajar e incluso procurar las críticas a su labor entre sus “clientes”, en aras de la calidad de su servicio público, el deber primordial de un profesor de la enseñanza pública es el de formar mentes críticas y librepensadoras, debiendo esa labor estar por encima de la enseñanza de la mera información correspondiente a la materia que se imparta, porque sin votantes críticos e informados, la democracia se convierte en una parodia de sí misma, y si una parodia es una imitación burlesca, entonces sus representantes acaban convirtiéndose en sus bufones.
Con esta reflexión, llego a la conclusión de que un cargo político que se queja y acusa a un profesor que cumple diligentemente con su trabajo, de expresar argumentos críticos contra el partido gobernante en su isla, no tiene vocación de verdadero político, sino de arlequín.
A las mentes jóvenes y susceptibles de ser aleccionadas, un verso de Lezcano, de aquella época no tan lejana en la que los políticos ejercían de políticos y no de carnavalescas emulaciones.
Negación de los nombres.
Negación de las frases.
Si no sois primavera, espuma o viento,
Fuerzas de Tierra, Mar y Aire;
si el vendaval no sois ni la semilla,
ni la lluvia que nace de los mares,
usurpadores sois de las palabras
nobles y elementales.
Fdo.: Ángeles Pérez. Una canaria satisfecha de su educación pública y muy insatisfecha de sus representantes políticos.