La comparsa de los años
La comparsa de los años, nos disfraza en especial y, entre acerbos desengaños, subimos por los peldaños, de una escalera final.
Con mis versos, yo no pago,
a los atentos lectores.
¡Cada semana, un mal trago,
leyendo de un bruto mago,
sus rollazos superiores!
Repiquemos viejos tiempos,
con sus días de “Cartillas”,
cuando soplaban los vientos,
de encantados pensamientos
y, enflaquecidas costillas.
Los duros chuscos de millo
que, enyugaban hasta el colmo.
¡Se retorcía el colmillo,
para atender al chiquillo,
exigiendo leche en polvo!
¡Cuántas colas, del demonio,
chuchando qué manducar!
¡Estraperlo en patrimonio,
con gustillo a manicomio,
procurando perdurar.
La buena mamá querida,
por buen café, suspirando.
¡No se daba por vencida
y, con cebada escondida,
agua negra, iba tomando!
Imperio Argentina estaba
en pantallas de platino.
Algún gomero silbaba
y, Greta Garbo, soñaba
con Rodolfo Valentino!
De las novelas de entrega,
esperábamos la trama.
¡Se lavaba en la pileta,
para secar la chaqueta,
bajo el jergón de la cama!
En su plancha de carbón,
la patrona trabajaba.
La ropa sobre un cajón,
para empapar el ropón,
con la lluvia que sudaba.
Parecíamos modelos
que, levantaban pasiones.
¡Nos fijábamos los pelos,
rebuscando por los suelos,
el sebo de los jabones!
No existían tantas “teles”,
ni cocinas primorosas.
¡Se han trocado los papeles
y, hoy, proliferan peleles,
que, nos pintan mariposas!
Muy pocos tenían coche,
¡ni siquiera, calcetines¡
Mientras crecía el bigote,
nos dormíamos de noche,
delirando con patines!
Los domingos y festivos,
la misa, nunca faltaba.
¡La juerga con los amigos,
que servían de testigos,
si la novia protestaba!
Aquellos años sufridos
que, en la vida, volverán.
¡Se aguzaban los sentidos,
por los edenes perdidos,
que jamás retornarán!
Muy pocas separaciones,
sin divorcios de momentos.
¡Se unían los corazones,
huyendo de las pasiones
para alejar tentaciones
de brutales sentimientos!
La heridas se cerraban,
con tela de araña viva
y, toditas, se secaban,
mientras los niños jugaban,
con trompos a la deriva.
No existían CARNAVALES,
por mandatos de regencia
y, en las calles y corrales,
se lloraban los pesares,
ignorando su existencia.
Otra forma de vivir,
dulce, intranquila, serena.
¡El verdadero sentir,
vislumbrando el porvenir,
con rectitud verdadera!
Para gloria o desdichas,
hoy, funcionan los festejos.
¡Todo ha cambiado de prisa
y, regalamos sonrisas,
con nuestras cosas de viejos!
La moderna juventud,
para nada, nos estorba.
¡Sólo nos da la inquietud,
al presentarnos la cruz,
de un ayer que no retorna!
La comparsa de los años,
nos disfraza en especial
y, entre acerbos desengaños,
subimos por los peldaños,
de una escalera final.
¡Estimado buen lector,
son verdades...verdaderas:
¡aunque parezca peor,
aquel tiempo fue mejor,
por mis quince primaveras!