Las Teresitas, at midnight
¿Tienen los ciudadanos de Santa Cruz de Tenerife todos sus problemas resueltos? Al parecer sí, al menos es de lo que se desprende de las preocupaciones que atosigan y atribulan a los inquilinos de la Casa de los Dragos. Y es que desde el Consistorio chicharrero se han propuesto este verano sacar únicamente medidas que afectan a la playa de Las Teresitas, la última de todas estas iniciativas es la de dotarla de luminarias para que los usuarios no se queden a oscuras y puedan disfrutar de este marco incomparable (porque las gitanadas y canchanchanadas diversas que se han realizado no tienen ni punto de comparación) de la costa tinerfeña.
¿Y quién está detrás de esta ‘brillante y luminosa’ idea? Pues como no, ese artista de la palabra, del verbo fácil y del estricto cumplimiento de la legalidad vigente, sobre todo en materia de Planes de Ordenación Urbana, llamado Julio Pérez. El vicealcalde está aprovechando a tope el ‘asueto’ del siempre ‘activo’ José Manuel Bermúdez para sacarse mil y una ideas de su chistera. Ahora es prohibir fumar en la playa, luego chapar los chiringuitos y la última es poner luces (y taquígrafos) a Las Teresitas. Lo raro es que no se le ha ocurrido que para la inauguración de esas farolas podrían venir a poner la nota de color los hermanos Toste con un festival de fuegos artificiales para darla más bombo y boato al evento.
¿Y de dónde piensa sacar el Ayuntamiento las perras necesarias para un proyecto que no tiene consignada ficha financiera alguna? Pues eso no es problema para la corporación de Bermúdez&Pérez. Ellos aseguran que el dinero se obtendría de las ventas de coches oficiales y de algunas plazas de garaje. Al final, entre pitos y flautas (pero no la de Bartola) supondría para el Ayuntamiento un montante en torno a varias decenas de miles de euros o incluso alguna que otra centena. Pero no son más que meras especulaciones, cálculos cuánticos y espirituales sin más proyección que los sueños que tuvo en su momento la lechera y sus cuentas hasta que se le rompió la vasija.
Desde luego, las miles de personas desempleadas y sin recurso alguno en Santa Cruz de Tenerife deben estar que echan chispas ante las preocupaciones de un equipo de gobierno que no piensa en si sus ciudadanos llegan o no a final de mes, si pueden acceder a alimentos básicos o pueden costearse una vivienda digna. No, lo que al consistorio tinerfeño le preocupa es que la playa deje de ser un núcleo de borrachazos y de parejas que van a hacer el amor en cuanto la luna ralea por la cordillera de Anaga.