Lo que no lograron las razones
Nicolás Guerra Aguiar.-Da pena decirlo, pero a veces las palabras de nada sirven, las marginan, las silencian o les quitan sus elementales contenidos. Y eso que la palabra –la palabra noble, razonadora y racional- es el elemento imprescindible para que existan el diálogo, la comunicación serena y desintoxicada entre personas o, en este caso, entre un pueblo a través de su representación legítima –la Corporación galdense- y otra institución, el Cabildo, hoy codirigido políticamente. Y cuando a las palabras se les inutiliza su función, sucede lo que pasó esta semana con la residencia de mayores de Gáldar: la pacífica invasión de las dependencias cabildicias logró en horas veinticuatro aquello que le habían hurtado a los entendimientos racionales.
El caso es que tras un reparto de ayudas económicas en apariencia desequilibrado, la institución insular libra presupuestos para distintas residencias de mayores –justa inversión- aunque, parece, de rebote se beneficiaron algunas privadas. Y no es que esté en contra –líbreme Dios- de la empresa privada, aunque sí considero que los centros públicos (y el de Gáldar lo es) deben tener absoluta preferencia en cuanto que se trata de aquello que se llama asistencia social, más imprescindible en los momentos actuales. Y quizás por cuestiones de aceleradas planificaciones; tal vez por considerar que las mayorías absolutas dan absolutamente toda la razón; acaso porque la distribución presupuestaria no la organizó alguien con visión más amplia de las necesidades ajenas (desecho, por insostenible, razones políticas e ignorancia), lo cierto es que la residencia de mayores de Gáldar quedó fuera del reparto que se hizo con los miles de euros destinados a tal fin.
Consecuencia directa del principio acción-reacción: el Pleno del Ayuntamiento de Gáldar aprueba por unanimidad que los veintiún miembros de la Corporación Municipal, en el ejercicio de su derecho a reclamar lo que es justo, ocupen dependencias cabildicias sin violencias, e invitan a la población galdense a acompañarlos. Así pasó, así se hizo y los resultados positivos fueron inmediatos: el señor Sánchez, portavoz del Grupo de Gobierno del Cabildo dijo que la Institución insular puede aportar los fondos necesarios siempre que otras administraciones lo hagan y que, por supuesto, su partido político apoya la justa reivindicación de que la residencia galdense entre en el Plan de Dependencias de este año. Por tanto, apoya al Ayuntamiento de Gáldar en su legítima reclamación. Es de sabios rectificar.
Y ante tal posicionamiento del PP, estimo que los señores concejales de ese partido en Gáldar deben una explicación en cuanto que votaron a favor de la acción pero se abstuvieron en la civilizada presencia física ocupacional. Hubo, tal parece, antítesis, desajuste, desequilibrio en su comportamiento, y eso desorienta en cuanto que los representantes del pueblo deben tener como prioridad el servicio a la justa reivindicación social, como en este caso, muy por encima de supuestos e hipotéticos dictados provenientes del propio Partido que, por cierto, los dejó en aparente ridículo veinticuatro horas después. La actitud consecuente con un posicionamiento anterior puede, en efecto, ser modificada si las circunstancias materiales dan un giro de ciento ochenta grados o, también, si un análisis más riguroso, sereno, inteligente y desapasionado lleva a la convicción de que debe hacerse. En ese caso surgen las palabras para explicar lo racionalmente comprensible, mas no para dar rodeos que ninguna consistencia tienen. Por tanto, y con todos mis respetos, en este caso me parece que solo hubo retractación porque desde arriba así se impuso, lo cual resta fuerza, contundencia y personalidad propia a tales señores concejales.
Todos los partidos políticos con representación en el Cabildo –sector oposición- estuvieron presentes, ya porque en conciencia estiman que la reivindicación encabezada por el señor alcalde y ediles de NC, PSOE, UnPG, CC, CCN es justa, ora porque interesa políticamente. Pero lo cierto es que la Corporación galdense –con la ausencia inexplicable de los señores concejales del PP- salió victoriosa no porque derrotó o rindió al contrincante, sino porque convenció. <<Vencer es convencer>>, tal sentenció don Miguel de Unamuno allá en 1936, y añadió: <<Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón>>.
Pues bien: Gáldar venció porque le sobraban razones unamunianas, no porque se plantara en las dependencias cabildicias con la intención de ocuparlas pacíficamente, aunque para algunos se tratara de amenaza impertinente o reprobable acción violenta, construcción esta que debe ser matizada en cuanto que la violencia no siempre es física: puede ejercerse también desde el poder cuando al pueblo se le niega el básico derecho a su dignidad humana o a unos ancianos –que no van de gratis total- les cierran las puertas de la residencia en la cual, como poco, no están solos ni abandonados. Por esta razón me perpleja –mi máximo respeto a sus estrategias- la táctica del grupo de Gobierno en el Cabildo, no llego a entenderla en este caso concreto.
Es decir: si el problema de la ayuda económica puede solventarse en su totalidad o en parte por el Cabildo; si hay posibilidades de que se haga efectiva en este mismo año, ¿por qué dejó pasar la oportunidad de una solución anterior a la serena ocupación de las dependencias? ¿Por qué ese cruce de palabras cargadas de sinrazón/razón en el Pleno del Cabildo? ¿Por qué antes no se buscaron las soluciones encontradas el mismo día de la ocupación tras horas de palabras, razones, respeto a posicionamientos que reclaman justicia social? No lo entiendo: ¿qué pretendió el grupo de Gobierno? ¿Echarle un pulso al alcalde de Gáldar? Mal le fue, a la vista está: el señor alcalde salió favorecido. Y, de paso, recibió el apoyo de todos los concejales en el Pleno municipal, concienciación de estos por encima de siglas políticas, seriedad y responsabilidad. Aunque unos PPocos, luego, se desdijeron.