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viernes, 15 de noviembre de 2024 00:00h.
Opiniones

Moby Dick y Tirma , dos películas muy diferentes.

En las Navidades de 1954-55 Gran Canaria se instituyó como plató cinematográfico de primer nivel, con el rodaje de los últimos minutos de la película Moby Dick en el mar de El Confital. Años más tarde fueron Lanzarote y Tenerife las islas que se incorporaron con sus escenarios para rodajes internacionales.

En las Navidades de 1954-55 Gran Canaria se instituyó como plató cinematográfico de primer nivel, con el rodaje de los últimos minutos de la película Moby Dick en el mar de El Confital. Años más tarde fueron Lanzarote y Tenerife las islas que se incorporaron con sus escenarios para rodajes internacionales. Pero en aquella Navidad de 1954-55 John Huston y Gregory Peck aprovecharon el oficio de los carpinteros de ribera en los astilleros ubicados por Albareda, donde ahora se alza el edificio Mapfre. Ellos construyeron la ballena blanca, cuya pelea final con el capitán Ahab fue espectacular. A los pocos meses vinieron los italianos para rodarTirma en las cumbres.

Si Moby Dick fue un producto digno, no se puede decir lo mismo de Tirma, especie de espaguetti-western en la cual los guanches lucían el pelaje de indios mohicanos empeñados en lanzar flechas contra el castellano invasor. Hace días el radiofonista Jorge Alemán, en su animado magazine mañanero en la emisora oficial de la U.D. Las Palmas, nos citó, entre otros invitados, junto a la actriz Yanely Hernández, de la Televisión Canaria. Jorge, siempre enamorado de Las Canteras, evocó el rodaje que se narra con amenidad y fotografías inéditas de Andrés Padrón en Moby Dick en Las Canteras Beach, reciente crónica novelada de la escritora Rosario Valcárcel en Anroart Ediciones. Al igual que en su primer libro, La Peña de la Vieja y otros relato, son protagonistas la playa, la adolescencia, la memoria y la ternura, con su estilo directo, su encanto y su habitual toque poético. Y también habló de Tirma, que trajo a un joven Marcello Mastroianni y a laPampanini, oportunidad perdida para hacer cine sobre nuestra historia.

Cuando se proyectó en el auditorio dentro del Festival de Cine, el principal actor, el mexicano Gustavo Rojo, hijo de la escritora tinerfeña Mercedes Pinto, nos dijo que Tirma había sido una frustración y debería rodarse de nuevo, con guión más serio y sobre todo con un tratamiento cinematográfico más coherente. Eso mismo dijo en la tertulia de su programa Jorge Alemán, y propuso que fuera Yanely Hernández quien sustituyera a Silvana Pampanini en el papel estelar. Obviamente no están los tiempos para proponer rodajes de tal nivel, pero cuando la economía mejore el gobierno regional debería incentivar una nueva versión de Tirma, y hasta se brinda una protagonista canaria y con talento. No es broma: A Tirma hay que hacerla otra vez.