LAS ELECCIONES
Las señoras se acercaban y le daban la mano y él besaba a los niños. Mi abuelo siempre decía que lo único que faltaba era que le besaran el anillo.
Se subió al escenario de madera que los trabajadores del ayuntamiento habían preparado con carteles y banderitas de colores y empezó a hablar, casi a gritar... Estaba enfadado, o eso parecía, y dijo que iba a poner en el pueblo una cabina de teléfonos, para que pudiéramos hablar con la familia de Venezuela; y que iba a asfaltar la carretera. También anunció que iba a venir "progreso", que yo no sabía quien era, pero que mi abuelo solía decir que siempre lo anunciaban, pero nunca llegaba.
La gente aplaudía a don Carlos y le gritaba vivas desde sus sillas de tijera y él levantaba su mano para saludar y se reía.
Cuando terminó, don Carlos se bajó del escenario, se marchó directo a la venta de Claudio y pagó una ronda de vino a todos los que le acompañaron ¡Qué bueno es don Carlos! decía la gente.
A mí me frotó la cabeza y me dijo: - ¡cuánto has crecido, chaval! Y puso unos caramelos en mi mano y me la cerró.
Salí corriendo y pude jugar en el escenario con los chicos, mientras los trabajadores del ayuntamiento recogían las sillas y barrían la plaza.
Casi de noche llegué a casa y se lo conté todo al abuelo. Él se enfadó y bramó que en el pueblo todos eran idiotas, bueno yo no lo era - me dijo- simplemente era pequeño.
El abuelo ya está mayor....
Me comí el último caramelo que me quedaba antes de dormir... ¡Qué bueno era don Carlos!

Pedro Rodríguez