Sobre presupuestos y demás dislates
Pedro Luis Rodríguez Damas.-Últimamente, he cogido cierto gusto a empezar a escribir exponiendo una teoría, de tal manera que si el escrito no consigue el efecto adecuado, por lo menos la teoría queda ahí como un ruido de fondo, que nos puede hacer reflexionar. En esta ocasión, expongo una que parece bastante sencilla, pero por lo visto, no lo es tanto (ya que no suele ser muy aplicada). A saber: “la única manera de medir a los políticos, es por sus actuaciones” Es decir, uno puede atisbar ciertas potencialidades en un gobernante, es más, ese gobernante en cuestión puede contener dentro de su ser una genialidad extraordinaria, pero si no se demuestra a la hora de gobernar, que es su única vara de medir, es como si no existiera. En resumen: “si gobiernas como un idiota, eres idiota”
En estos días se han presentado los presupuestos del Cabildo, que han visto la luz como por fascículos (puesto que cada día se hablaba de una actuación nueva) y nuestro empleado presidente Curbelo y Javier Trujillo, caudillo de la oposición, se han enzarzado en una especie de refriega colegial a costa de criticar y/o defender la practicidad de estos presupuestos. No digo más, que la contienda ya se ha ido por derroteros del estilo – “porque cuándo tú eras consejero, no sé qué” o el consabido “y tú más”… Discusiones de altura, que seguro que van a favorecer la cada vez más maltrecha economía de los gomeros (léase aquí la ironía). Sin entrar mucho en la política del menudeo y de la cuchillada trapera (prefiero hablar de asuntos más serios que conciernen a mi isla), sí que me ha llamado la atención y por tanto lo he de destacar, que ante las críticas del señor Trujillo a los presupuestos, se le ha contestado que ahora él no vaya de humilde, porque cuándo era consejero del Cabildo, iba en coche oficial, viajaba en Clase Oro y disponía de lujos diversos. Ahora, en mi ignorancia yo pregunto: ¿el empleado presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo, sabía que su consejero se dedicaba al lujo persa y no hizo nada por impedirlo? ¿no era él presidente y Trujillo su subordinado en aquella época? ¿se quejó en su momento de la ostentación de Trujillo? Igual yo soy un sujeto raro, pero creo que lo normal, es que si se ve a alguien haciendo un ejercicio de ostentación fuera de lo común, lo lógico sería manifestarlo sobre la marcha y no esperar a que pasen los años.
En fin, volviendo a lo serio y a lo preocupante, si hablamos del tema presupuestario, he detectado una realidad que me acongoja… “los presupuestos parecen una cosa y en realidad son toda la contraria” Es decir, aunque nuestro empleado presidente se empeñe en repetir como un mantra que “son unos presupuestos sociales” y que parezca que lo son, le tengo que llevar la contraria ¡y mira que me duele contradecir a un empleado mío! Aparte de los ya consabidos 440.000 euros menos para el fomento del empleo (en la isla con el nivel de paro más alto de Canarias), la reducción de 260.000 euros en asuntos sociales y demás evidencias, yo voy a incidir en cuestiones que son más sutiles, pero que también tienen su interés.
Dicho de manera clara: “si mantienes a gran parte de tu población conectada a una máquina que le mantiene las constantes vitales activas, pero que se puede desenchufar en cualquier momento o seguir en funcionamiento, es normal que después, haya que conceder algunas medidas para equilibrar la balanza” ¿las medidas son buenas? ¡Claro que sí! ¡Buenísimas! Lo que pasa es que estas medidas no habría necesidad de llevarlas a cabo, si el enfermo (ciudadano) mantuviera sus constantes vitales activas por sí mismo, sin necesidad de depender de una máquina. La cosa viene a ser como si yo, siendo traumatólogo, le parto las piernas a la gente y después los curo. Si se mantiene a gran parte de la población con empleos precarios (y no por la crisis, desde toda la vida) de seis meses, cada x tiempo, es normal que para evitar que se nos lancen a la yugular, ofrezcamos algo a cambio.
Ejemplos hay múltiples y variados, solamente menciono unos cuantos: ¿es bueno que el Cabildo destine 472. 622 euros a la política de decesos? Parece que sí, ¿no? Además, se argumenta que es por motivos humanitarios. Lo que sería lógico y humanitario es que se llevara a cabo con ciudadanos cuyo poder adquisitivo es precario, pero ¿con todo hijo de vecino? ¿es un acto humanitario que un ciudadano con una pensión del tres al cuarto, colabore con sus impuestos a pagar el traslado y el entierro de un señor que poseía mucho más que él? ¿con la que está cayendo? No sé, da que pensar…
¿Es bueno que el Cabildo destine 450.000 euros en becas? Buenísimo. Ahora bien ¿alguien se ha tomado la molestia de averiguar cuántos de los estudiantes universitarios que son becados por el Cabildo, vuelven a revertir en su isla sus conocimientos? ¿cuántos pueden ejercer su profesión en su isla, compensando así el esfuerzo realizado por los contribuyentes gomeros? ¿alguien se ha preocupado, alguna vez, de poner las condiciones para que eso se dé? Excluimos, a los que trabajan a dedo en las instituciones públicas, que son un buen puñado, eso sí.
1.150.000 euros para conservación de carreteras ¿no es mucha pasta? Decir que se quiere, que “La Gomera se convierta en un lugar de encuentro de arte y cultura”, para casi en la misma frase apostillar que “no habrá universidad de verano” ¿no es un contrasentido?
Realmente, todo esto me parece un dislate. Sé que nuestro empleado presidente me emplazará, si tengo alguna queja (como suele hacer) a que forme un partido político y me presente a las elecciones, pero de momento no tengo intención de darle el gusto. Por otra parte, se puede llegar a pensar que es más fácil criticar que gobernar y efectivamente, sí, lo es. Y más si hablamos de criticar al Cabildo, que la verdad, tiene poco mérito porque te lo ponen en bandeja. Es como rematar a puerta, con el portero ya vencido.
Solamente y termino, añadir que mientras Curbelo y Trujillo siguen a la gresca por averiguar quién hace menos por los 90.000 euros que se embolsa, los gomeros seguiremos indagando en estas cosas, que verdaderamente nos importan.