Buscar
viernes, 15 de noviembre de 2024 00:00h.

El discurso del Rey

Fue un discurso institucional donde dijo lo procedente en estos casos; difícilmente se pueden decir otras cosas que lo que le escriben para felicitar la Navidad. 

Pero hay algo que no me pareció correcto cuando se refirió al problema catalán. Cualquiera de nosotros podemos referirnos a esa circunstancia llamándola así, el problema catalán, pero no el Rey, porque, de forma general habla de un problema que no ha creado la mayoría del pueblo catalán, ni comulgan con la idea de la independencia, aunque el problema, igualmente, exista.

Es más, no sólo la mayoría del pueblo, sino que dentro del partido gobernante, CIU, la mayoría no quiere la separación. Es, por tanto, una minoría la que ha creado el problema al resto de los ciudadanos, y a todo el mundo. Y aunque exista el problema catalán, es justo dejar claro desde las altas instancias, que no ha sido creado por los catalanes en la expresión de su respetable mayoría.

El Rey debió referirse al problema catalán creado por una minoría, respetando así el sentimiento de una mayor parte del pueblo ajeno  al descerebrado intento. Tampoco el Presidente del Gobierno respeta a esa mayoría cuando habla del problema catalán, mayoría que también desea la celebración de un referendum para expresar su sentimiento de unidad con España.

También es evidente que los líderes de esa minoría, en realidad, no quieren la independencia, pues saben, mejor que nadie, que jamás conseguirán desde la separación los grandes ingresos que consiguen de nuestro débil Gobierno. Lo han demostrado las encuestas, como lo demostraron en Quebek y en Escocia, que tuvieron la autorización de sus Gobiernos para hacer los referendums que, luego, perdieron, y se acabó el problema para siempre.

Aquí, por falta de visión y gestión política, tendremos el problema para siempre, ya que la amenaza constante de independencia les da más dinero que el que conseguirían desde la separación. Hay que autorizar un referendum en Cataluña para terminar definitivamente con el problema. No nos engañemos; el problema es idéntico a los dos casos señalados, y si hay que perfeccionar la Constitución alterándola, se cambia, y basta.