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viernes, 15 de noviembre de 2024 00:00h.

El espectáculo catalan

La culpa de este espectáculo diario es solamente de nuestro propio Gobierno. Ciego y torpe donde los haya.

Recientemente el Ministro Margallo se esforzaba para establecer una diferencia entre el caso de Escocia y el de Cataluña, diciendo que en Inglaterra no existe una Constitución escrita, y por ello el primer Ministro inglés autorizó a Escocia a celebrar un referendum ¡Qué desatino! 

Los dos casos son idénticos, y no se pueden argüir razones históricas ni legales cuando estamos hablando de personas, de sus ambiciones, sentimientos, defectos, virtudes. El Ministro debió poner el ejemplo  de Canadá, donde hay Constitución y el Gobierno también autorizó un referendum en Quebec que los separatistas perdieron con un 69%. Las encuestas anunciaron la derrota, como también la anunciaron en Escocia, y en Cataluña; nadie quiere la independencia, a excepción de una minoría interesada y adoctrinada que tiene acorralada a la mayoría y al propio Gobierno. 

En Canadá se acabó el problema para siempre, y para siempre  se acabará en Inglaterra este mismo año. El tremendo error de no autorizarlo en Cataluña, producirá un efecto de continuidad del problema, pues, aunque pierdan, que perderán, volverán a pedirlo, una y otra vez; no les cuesta nada, ganan dinero. 

El escándalo que vivimos en toda España, con las noticias diarias del vergonzoso ambiente previo a la consulta, no se vivió en Canadá, ni se vive hoy en Inglaterra, porque esos gobiernos supieron tomar la delantera a la minoría, autorizar lo que no podía prosperar y, desde esa base sólida, hacer sus proclamas para reafirmar creencias sensatas.

Si lo hubiéramos hecho así, los independentistas descerebrados estarían hoy todos con el rabo entre las piernas, sopesando la debacle, y no crecidos como están, desafiantes y amenazantes como las peores olas. La culpa de este espectáculo diario es solamente de nuestro propio Gobierno. Ciego y torpe donde los haya.