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lunes, 16 de diciembre de 2024 09:30h.

Lanzarote, la isla de los imputados II

 Que el dinero sea público, tampoco diferencia la gravedad moral del imputado, a quien le da lo mismo robar dinero público para sus intereses privados, que dinero privado para sus privados intereses.

Que Lanzarote haya sido catalogada por una televisión nacional, y promulgada a los cuatro vientos,  como la Isla de los imputados, es mucho más grave de lo que parece. La cifra de más de doscientas personas en esta pequeña Isla señaladas por la Justicia como posibles corruptos, hace de este asunto un caso único, por encima de los ERES falsos en Andalucía, asunto Bárcenas, clan Pujol, y cualquier otro a nivel nacional que se precie, dentro del mayor desprecio, claro.

Cualquiera de los casos mencionados, y otros, se desarrollan en unas Autonomías con varios millones de habitantes, y sus números de imputados es bastante inferior al de Lanzarote, que rondando los 150.000 habitantes, supera los 200 posibles corruptos. Que en esta Isla se hayan centrado en la corrupción urbanística, no hace que sean casos diferentes, son todos la misma cosa: corrupción.

Se dice, por ejemplo, que España es el tercer país más corrupto después de Grecia e Italia, algo que yo no tengo claro. Puede ser que en esos países, los corruptos hayan tenido acceso a una mayor cifra de dinero, pero la condición inmoral del corrupto no se mide por una calificación del 1 al 10, para colocarlos por orden de desvergüenza: se mide por la descalificación en sí misma del inmoral; el que roba un millón, si puede, roba  cien.

Que el dinero sea público, tampoco diferencia la gravedad moral del imputado, a quien le da lo mismo robar dinero público para sus intereses privados, que dinero privado para sus privados intereses.

El problema estriba en la capacidad inmoral e ilegal de estos sujetos. En el caso de Lanzarote, además, es deprimente observar en la misma costa, rústica por naturaleza, pero declarada urbana en 24 horas, y robando, incluso, terreno al mar (que de robar se trata) se han construido, en bastantes casos, apartamentos tercermundistas con unas diminutas terracitas cuya vista sobre el Atlántico supone un verdadero insulto a la Naturaleza; es otra consecuencia nefasta del que delinque: que no le preocupa el origen del dinero, ni, menos aún, la calidad final del producto, ni el futuro de nuestra Isla. Y ese daño es ya para siempre.-