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viernes, 15 de noviembre de 2024 12:37h.

San Jorge y el Dragón (A Jorge por su 20 cumpleaños)

Cuando era pequeño su madre le contaba la historia de San Jorge y su lucha contra el Dragón. Él imaginaba ser aquel Jorge que con valor se enfrentaba al miedo, mataba al dragón y salvaba a la princesa…

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No recordaba su vida antes de la llegada de su hermano Alex ya que éste era sólo 16 meses menor. Sí recordaba, las miradas que su hermano despertaba en los demás. Durante los primeros años nada le hacía diferente. Alex no hablaba. Lo seguía a todas partes como si de su sombra se tratara. Nunca quería jugar con él aunque siempre, siempre estaba a su lado.

Veían películas de Disney y se resignaba a ver hasta diez veces la misma escena ya que a su hermano le causaba mucha risa. A los tres años preguntaba a sus padres cuándo su hermano Alex querría jugar con él pero nunca obtenía una respuesta satisfactoria. Sin embargo aprendió a jugar con Alex, a hacerlo participar de sus juegos nombrándolo arbitro de los partidos de fútbol que jugaba con sus compañeros de cole.

Consiguió que poco a poco los demás niños fuesen aceptando la presencia de Alex. Él sólo necesitaba mirarle para entender qué necesitaba, qué le angustiaba y no entendía por qué los adultos del cole no le entendían igual. En el parque él jugaba con su bici y con su balón mientras su hermano corría siempre tras él.

No le molestaba su presencia, le molestaba que los otros niños no entendiesen a Alex y se rieran de él. A Alex le gustaba saltar y siempre estaba aleteando sus manitas como si quisiera echarse a volar. Le gustaba ordenar las cosas, hacer largas filas con los muñequitos, las carátulas de las películas o los animales.

Era capaz de decir los números contando de dos en dos, de siete en siete o de cinco en cinco. Jorge aprovechaba esa capacidad de Alex a la hora de hacer sus tareas escolares, porque si se trataba de números Alex nunca fallaba. Le gustaba su hermano, le quería pero también le molestaba que fuera “diferente”.

Él quería un hermano “normal”, con el que hablar, jugar, pelear… como hacía con sus primos que tenían la edad de su hermano.

_ No me gusta Alex_ Le dijo a su madre. _¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué le toco a él, por qué a mí, a nosotros? ¡No es justo!¡ Quiero que lo cures. Quiero que sea normal! _  Su madre lo tomó en brazos y le dijo que su hermano no podía curarse y que sólo podía ser quién y cómo era. Le explicó que la diferencia sólo está en los ojos del que ve.

 También le explicó que tenía derecho a sentirse enfadado, a no gustarle su hermano, a desear para él algo distinto.  Jorge lloró y explicó a su madre que no le gustaba ver cómo le miraban, cómo se reían de él, como murmuraban. Su madre le reconoció que tampoco a ella le gustaba pero que no perdía el tiempo enfadándose con Alex sino con aquellos que no lo aceptaban como era.

Jorge se durmió aquella noche con sentimientos encontrados. Quería a su hermano, quería que fuese distinto para que nadie le causara daño, para que pudiese ser feliz. Se despertó con Alex a su lado. Como cada noche su hermano se había colado en su cama cargado con sus libros y sus pelis. Jorge lo miró y sonrió.

Acarició a su hermano y fue quitando de la cama el montón de pelis y libros. Corrió a buscar a su madre y le dijo muy serio, que había estado pensando… Que él quería a Alex. Al Alex que conocía, al que aleteaba, pintaba números, secuenciaba y ordenaba objetos, reía a carcajadas y le mordía y pateaba cuando se enfadaba.

Quería a Alex y quería que fuese feliz pero ya no deseaba que fuese distinto porque si fuese distinto no sería él y entonces quizá ya no lo querría. Alex tenía autismo y eso le hacía especial, era difícil vivir con un hermano especial pero también era una aventura única y divertida.

Hoy Jorge estudia Integración Social algo que para él es natural pues ha pasado su vida integrando y luchando por integrar. Ha tenido que luchar contra dragones cuando aún era demasiado joven para hacerlo. Pero ha luchado y ha vencido. Seguirá luchando y vencerá. Siempre vencerá. Aún siente que tiene que defender, a sus hermanos Alex y  Javi, a su madre. Pero especialmente debe encontrar y hacer su propio camino.

Esa es la batalla más importante. La única lucha que no debe perder.

Yo estoy muy orgullosa de mi hijo Jorge. Del hombre en el que se ha convertido. De los valores que guían su corazón e impulsan su vida. Cuando Jorge de pequeño me preguntó que por qué le había tocado a Alex tener autismo, por qué nos había tocado a nosotros tenerle a él, yo le respondí que porque su padre y yo éramos los mejores padres para Alex y porque Javier y él eran los mejores hermanos que  podía tener.

Nosotros éramos la mejor familia para Alex y él era lo mejor que tenía nuestra familia, él era lo que nos hacía especiales, diferentes, luchadores y solidarios. No sé si en aquel momento mi hijo me entendió pero recuerdo que se abrazó muy fuerte y me dijo: _¡Gracias mamá!_

Ahora yo quiero decir: ¡Gracias Jorge! Gracias por ayudarme a luchar contra el dragón, gracias porestar a mi lado… Gracias por ser quién eres. Estoy muy orgullosa de ti. Nunca olvides que sólo eres responsable de tu vida. ¡Vívela y sé feliz! Yo siempre estaré de tu lado.