Cambiar para mejorar
Se equivocan quienes afirman que la Agrupación Socialista Gomera tiene una posición inmovilista respecto a la reforma del sistema electoral.
Y tampoco aciertan aquellos que, partiendo de premisas erróneas, dan por hecho que nuestro grupo parlamentario se ha marcado por objetivo que nada se mueva y que todo se quede como está.
Sencillamente, no es así. Al contrario, queremos un sistema electoral mejor, uno que refleje fielmente la realidad de nuestro Archipiélago. Un modelo que garantice que todas y cada una de las Islas estén justamente representadas y que se reduzcan los topes antidemocráticos que impiden la representación en la cámara legislativa canaria de algunas fuerzas políticas con una notable implantación.
Queremos mejorar el sistema electoral. Y apoyaremos aquellos cambios que pongan al día el actual sistema con la esperanza de que lo que hagamos los legisladores de ahora funcione durante casi cuatro décadas, como el sistema que hoy pretendemos reformar. Aunque he de confesar que tengo serias dudas. El sistema electoral canario de la "triple paridad" nació, en la transición a la democracia, a partir de un pacto en el que todos los representantes políticos canarios apostaron por el equilibrio y la generosidad en la construcción de un archipiélago de iguales. Con aquel espíritu se diseñó un sistema que ha funcionado y ha hecho posible Canarias.
El espíritu que preside la reforma que proponen hoy algunos es diametralmente opuesto a aquel. No se trata de hacer algo trascendente para el futuro, sino coyuntural para las elecciones próximas. No es una reforma inspirada en la solidaridad, sino en el interés de determinadas formaciones políticas. No hay grandeza, sino oportunidad, urgencia y apremio, en el espíritu de la reforma que estamos discutiendo.
Un sistema electoral mejor pasa necesariamente por una fórmula que equilibre las realidades poblacional y territorial sin debilitar el peso parlamentario de las islas periféricas. Mejorar Canarias no pasa en ningún caso por restar presencia a cinco de las siete islas para incrementar el peso y la capacidad de decisión de Gran Canaria o Tenerife. Mejorar el sistema electoral no puede consistir bajo ningún concepto en debilitar a unas Islas para fortalecer a otras, abriéndose en este caso la puerta a un Archipiélago con Islas de primera y de segunda, sentando las bases de un sistema de Islas de dos velocidades.
Se habla de diputados de lista regional y de diputados por isla para crear una especie de nueva "casta" de electos en Canarias. Es una propuesta que aumenta el número de diputados del
Parlamento para otorgar la mayoría electoral a las islas de Tenerife y Gran Canaria en detrimento de las restantes del archipiélago a los que no se les ofrece ninguna garantía para defender sus derechos y la pérdida del equilibrio histórico en que ha funcionado Canarias.
Se nos arroja a la cara el argumento de que tienen mucha más población y que los desequilibrios electorales en Canarias son escandalosos. Ya he dicho y repito hoy que Castilla y León con casi los mismos habitantes que Canarias tiene 32 diputados frente a los 15 de nuestra región.
¿Alguien ha visto a alguno de estos partidos tan extremadamente preocupados por la "equidad poblacional" en Canarias decir algo a nivel nacional? No. Ni lo verán. Porque esto es una operación exclusivamente canaria dirigida a exterminar el poder de representación de las Islas Menores que es extremadamente molesto para los "nuevos" partidos con implantación en las grandes ciudades y áreas metropolitanas.
Pero ¿qué propuesta de reforma electoral vamos a esperar si quienes la están proponiendo ya demuestran que no respetan la autonomía de Canarias y sus instituciones? Mientras el Parlamento de Canarias discute en una comisión especial la reforma del sistema electoral, escuchando expertos y debatiendo con ellos, hay fuerzas que quieren pactar en Madrid lo que tiene que hacerse en Canarias. Treinta y cuatro años de autonomía, de llenarnos la boca con la palabra autogobierno, para terminar yendo de peregrinación a la capital para que los asuntos de las islas se impongan desde el techo.
Nadie puede negarse a revisar, modernizar y discutir ningún aspecto de nuestras leyes fundacionales. Podemos cambiar las cosas, pero desde la serenidad que nos convenza a todos y no desde las urgencias y el oportunismo de quienes quieren arreglarlo todo para apañar las mejores condiciones en las próximas elecciones autonómicas.
Hay quienes se sienten incómodos con un mapa parlamentario que durante décadas ha puesto a las islas menores en el mapa de esta Comunidad, a pesar de los handicaps que siguen arrastrando. Es un hecho que Canarias ha sido posible con aquellas reglas fundacionales. Y que hoy por hoy no existe ni una sola propuesta que cuente con el consenso y la aceptación de todos, como ocurrió con nuestro actual sistema de "triple paridad" y triple equilibrio.
Remover los cimientos de una casa sin hacer otros igual de resistentes es una locura. Ahí no nos van a encontrar. O sí, pero de frente. Hay que reformar para mejorar la convivencia, no la conveniencia.