Una Canarias, dos modelos

"Canarias tiene hoy dos realidades, pues estas tres últimas islas no participaron del modelo de turismo de sol y playa y apenas encontraron alternativas a su tradición agropecuaria"

 

La política no es siempre un regate corto, una acción para responder a una necesidad al corto plazo, sino que, en no pocas ocasiones, se necesita de visión estratégica, de cambiar conceptos y modelos aparentemente inmutables e inamovibles. Y eso es lo que Agrupación Socialista Gomera (ASG) pudo comprobar que sucede en el Parlamento de Canarias, tras el debate del Estado de la Nacionalidad. Con la contribución, entre otros, de nuestro grupo parlamentario, los diputados canarios, los representantes de la voluntad popular de nuestro Archipiélago, asumen que el modelo desarrollista que ha impulsado el turismo de masas y la economía de la mayoría de las islas no es válido hoy para desarrollar La Palma, La Gomera y El Hierro. 

Desde este punto de vista, Canarias tiene hoy dos realidades, pues estas tres últimas islas no participaron del modelo de turismo de sol y playa y apenas encontraron alternativas a su tradición agropecuaria.

La consecuencia de esta situación ha sido el despoblamiento, el abandono de las nuevas generaciones en busca de oportunidades laborales en otras islas o fuera del Archipiélago y, lógicamente, el envejecimiento de la población.

De hecho, según estudios demográficos recientes, son las capitales canarias y los municipios costeros de estas islas los que más población joven concentran. Por el contrario, los municipios palmeros de Garafía y Barlovento y los gomeros de Agulo y Vallehermoso son los que tienen la población con más media de edad. Las islas más occidentales, en fin, cuentan con las localidades más envejecidas de Canarias, junto con otros municipios agrícolas de las medianías de Gran Canaria y Tenerife, sobre todo.

Pero este fenómeno no ha tenido sólo consecuencias negativas, pues nuestras islas más occidentales son las que mayor integridad medioambiental conservan. Y hoy existen formas de turismo ligadas a las riquezas naturales, al paisaje y el mundo rural.

No todo el mundo quiere playa y ocio urbano, sino que hay una demanda creciente de entorno natural, de gastronomía, de conocimiento cultural, de deporte al aire libre. Porque el envejecimiento de la población en las islas occidentales no es un fenómeno insólito, sino que ocurre en toda Europa, y es un segmento de población que, en su madurez y con poder adquisitivo, busca algo distinto, una calidad de servicios y ocio que palmeros, gomeros y herreños estamos en condiciones de ofrecer, que permitirá un mayor desarrollo económico y, por ello, las condiciones para fijar nuestra población con nuevas oportunidades laborales. Esta debe ser una de nuestras prioridades como responsables públicos.

Si a este hecho unimos ese cambio de mentalidad en nuestra clase política, que ha asumido desde hace tiempo la doble insularidad como un factor incuestionable para explicar nuestras islas y esto se comienza a concretar en instrumentos tan importante como el FDCAN, mecanismo de inversión y creación de empleo conjunto de Gobierno, cabildos y ayuntamientos; la ley de Islas Verdes y la futura ley del Suelo, creemos que se está produciendo un cambio de paradigma, de mentalidad, para entender la Canarias del siglo XXI.

Y todos estos instrumentos cuentan con el respaldo de ASG, ya que suponen, como decía al principio, que se empiezan a abordar fórmulas de desarrollo para Canarias distintas de las emprendidas en los últimos cincuenta años. Todas las islas son Canarias, concebida ésta como unidad, como un pueblo, pero en el presente otros modelos son posibles y practicables y muchos creemos que las islas más occidentales podemos estar a la vanguardia de ese nuevo camino. El resultado será diversificar nuestro motor económico, el turismo, asegurándonos de seguir siendo en el futuro una potencia mundial del sector por su excelencia.