Por el empleo de calidad
De ahí que el trabajo no sea considerado como un medio para la producción sino un fin para lograr la autonomía y el crecimiento personal. Los derechos de los que disfrutamos hoy en día como trabajadores han supuesto a nuestros antepasados sangre, sudor y lágrimas, como diría Winston Churchill, pues algo tan esencial como la jornada laboral de ocho horas se logró a raíz de la huelga del 1 de mayo de 1886, en la que cinco obreros fueron llevados a la horca, hecho que motivaría más tarde la conmemoración de esta fecha como el Día del Trabajo.
Si echamos la vista atrás, podemos afirmar que hemos recorrido un duro y largo camino desde la abolición de la esclavitud, en el siglo XVIII, hasta nuestro siglo, en el que sin duda, gozamos de una carta de derechos de los trabajadores reconocidos en el Estatuto del Trabajador, pero ello no deja de estar exento de luces y sombras. Aún se siguen produciendo muchos abusos que merman la calidad de vida del empleado y que llenan al trabajador de incertidumbre, algo que se agrava en mayor medida debido a la inestable situación que nos deja la pandemia.
Y es que más allá de la popular frase de que el trabajo dignifica, lo que sí es cierto es que en estos tiempos difíciles, marcados por los duros golpes que nos está dejando el maldito virus, se convierte en una necesidad imperante y por supuesto, en la herramienta más eficaz para salir de la pobreza y la exclusión social, que afecta a más de un 35% de los canarios. De ahí que algunos pocos aprovechen estas circunstancias angustiosas para aceptar un trabajo que les proporcione la seguridad de llevar a casa un plato de comida.
La economía canaria soporta desde hace décadas el paro, una enfermedad que se ha cronificado en nuestra sociedad y que ahora se agudiza aún más ante la paralización del turismo, nuestra fuerza motora que en estos tiempos de crisis carece de combustible para arrancar y empujar al resto de sectores. Los datos más recientes de la EPA sitúan el paro en 272.700 personas, lo que supone una caída de poco más del 2% con respecto al trimestre anterior, pero no podemos tirar voladores siendo la comunidad con mayor tasa de paro de todo el país, con un 25,42%. Y no olvidemos los más de 80.000 trabajadores que están en situación de ERTE, un mecanismo esencial que debe mantenerse el tiempo que sea necesario mientras persistan las medidas sanitarias y los efectos del virus.
Por ello, el factor público cobra mayor importancia, pues es un instrumento esencial para dinamizar nuestra maltrecha economía. En pocos días nos lloverán fondos europeos, un total de 70.000 millones de euros para toda España que regarán las comunidades autónomas hasta 2023, a los que sumamos los 1.144 millones estatales que se inyectarán a ayudas directas a las empresas y autónomos de los sectores más afectados en las Islas, así como 169 millones que llegan procedentes de las cuentas nacionales destinados al empleo y la formación.
Son muchos recursos que debemos invertir hasta el último céntimo, con el único objetivo de salvaguardar nuestra economía, la de miles de familias canarias y con ello, fortalecer a nuestros servicios públicos y a nuestro Estado de bienestar. Europa, España, el Gobierno canario, los cabildos y ayuntamientos son ahora los protagonistas en esta historia de lucha contra el desempleo y la precariedad laboral. Tenemos que impulsar la creación de empleo y con esto, dinamizar a nuestro tejido productivo pero no a toda costa. Debemos velar por el cumplimiento estricto de los derechos de los trabajadores para que, en este panorama de miedo e incertidumbre no se cometan tropelías. Impulsar el empleo y que sea de calidad es el fin que nos une ahora a todas las administraciones. Un objetivo en el que el Cabildo gomero se haya inmerso con la inyección de recursos que propiciarán 800 empleos para aliviar los bolsillos de las economías familiares.