La Gomera tiene alma de mujer
La historia de La Gomera se escribe a través de la vida de sus gentes, de los hombres y mujeres que durante siglos han ido dejando su particular huella en este pedacito de tierra que se erige en medio del imponente mar Atlántico. Siglos de historia que se escriben con esa tinta indeleble que sólo puede provenir de las hazañas de miles de familias gomeras que se han desvivido por sus hijos, nietos y bisnietos, con el único objetivo de que puedan disfrutar hoy en día de todas las comodidades que a ellos les faltó.
Los tiempos de nuestros padres y abuelos no estuvieron exentos de complejidades. Tocaba despertarse antes que cantara el gallo, desayunar lo que daba la higuera, junto a una pella de gofio amasado y en los mejores casos, la leche que daba la cabra para disponerse a una intensa jornada de trabajo en el campo o de largas horas de recorrido para vender algunos productos en los pueblos colindantes. El camino para llegar hasta hoy en día no ha sido sencillo, pero son muchos de estos hombres y mujeres los que siguen en pie hoy en día, con las arrugas que sólo da la madurez y la experiencia de una vida, que si bien no ha sido coser y cantar, recuerdan con alegría y orgullo.
Y si La Gomera se escribe a través de las vivencias de nuestra gente, Efigenia Borges merece mucho más que un renglón. Por ello, esta gomera nacida en Arure, y que desde hace décadas vive en Las Hayas, puede presumir hoy de tener un libro en el que cada párrafo y cada página nos traslada a sus vivencias de la niñez, la adolescencia y madurez de toda una vida marcada por la superación y la conquista de la felicidad. A través de su propia biografía descubrimos La Gomera del siglo pasado y podemos entender mejor nuestro presente para encarar el futuro más próximo.
Sin duda, La Gomera, una Isla luchadora, fuerte e incansable tiene que tener alma de mujer y fiel reflejo de ello es Efigenia Borges, persona extraordinaria, madre ejemplar y una trabajadora inquebrantable. Podemos decir que fue una adelantada a su tiempo porque en los años que le tocó vivir, ser mujer y empresaria era todo un reto al alcance de unos pocos, que como Efigenia están diseñados para vencer a las adversidades con la resistencia del roble, con la dulzura del guarapo y con la entereza del basalto del que están formadas nuestras montañas.
El libro ‘Historia Viva de La Gomera’ narra la historia de esta mujer que ha dedicado sus laboriosas manos, con esmero y humildad, a la labor de la gastronomía, donde sus deliciosos platos han logrado encandilar a todos los paladares, siendo su popular restaurante ‘La Montaña’ un punto de parada obligatoria para residentes y turistas. Sus platos, que llegan del campo a la mesa, nos traen el sabor de los fogones de nuestros abuelos, con una confección y presentación que cuida con esmero hasta el último detalle.
Como bien recuerda Isidoro Sánchez, en el prólogo de este libro que presentamos esta semana en el Cabildo de La Gomera, en los discursos gastronómicos de Efigenia se puede descubrir a una persona que ha investigado las tradiciones orales de la isla, la manera en que se trabajaban los productos de la tierra, esos que los modernos llaman hoy “kilómetro cero”, como si fuera un descubrimiento de ahora mismo.
El esmero y el amor está presente en todo lo que hace esta mujer que, lejos de caer en el pesimismo y la tristeza, ha luchado por sembrar felicidad en su vida y en la de los demás. Efigenia cuidaba de los animales, como sus hermanas. Recogía hierba, cavaba las papas y plantaba el millo y el trigo. De su memoria van surgiendo estampas de una vida en la que nos deja como principal moraleja que la felicidad no está reñida con la abundancia.
Efigenia Borges hace gala de su apellido, ya que ha seguido las palabras del gran escritor y poeta Jorge Luis Borges, que en más de una ocasión dijo “planta tus propios jardines y decora tu propia alma, en lugar de esperar a que alguien te traiga flores”. Y es que de su vida ha hecho un jardín del que cuida y riega cada día para que ninguna flor muera.
El libro de Efigenia, la de Las Hayas, es el de la mamá de los muchachos, la abuela de los pequeños, la mujer de Manuel. Es el relato de las pequeñas piezas que forman el gran telar de una vida plena. Y una foto de toda una época, de una isla que aún podemos reconocer. Gracias, Efigenia, por estos recuerdos plasmados en el papel. Gracias por dejarnos ver, a través de tu memoria, el pasado de nuestra isla.