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viernes, 15 de noviembre de 2024 12:37h.

Un homenaje más que merecido

Creo que todas las personas tenemos algo por lo que destacamos; una cualidad que nos diferencia o nos hace especiales frente al resto. En Clara Santos, Clarita para quienes la conocemos y admiramos, son demasiados quizá los adjetivos que necesitaría para referirme a ella.

Nuestros mayores son nuestro mayor tesoro. Son testigos vivos de la historia; referentes de otro tiempo cargado de dificultades, pero que con tesón y trabajo sacaron adelante a sus familias. Muchos trabajaron la tierra, cultivando con esfuerzo para vivir. Otros emigraron buscando nuevas oportunidades, huyendo de los sinsabores de la pobreza. Y otros se quedaron, luchando con lo que podían para sobrevivir. Estos mayores nos han transmitido valores, mensajes cargados de optimismo, derrochando esperanza y compartiendo alegrías y tristezas. Hoy quiero compartir la historia humana de una mujer centenaria.

Creo que todas las personas tenemos algo por lo que destacamos; una cualidad que nos diferencia o nos hace especiales frente al resto. En Clara Santos, Clarita para quienes la conocemos y admiramos, son demasiados quizá los adjetivos que necesitaría para referirme a ella.

Hace poco más de una semana cumplió cien años. ¡Cien años! Clarita ha vivido prácticamente toda nuestra reciente historia. Es testigo privilegiado de los cambios en la Isla. Una mujer valerosa, aguerrida, pero a la vez sencilla y humilde. Volcada siempre en el cuidado de su familia y cercana a la ermita de Nuestra Señora de la Salud, no creo equivocarme si digo que ella es a Arure lo que Arure es a Clarita. Son dos realidades paralelas que prácticamente no podrían entenderse.

Tuve la oportunidad de acompañarla en el homenaje que le preparó su familia. Allí me quedé al principio fuera de la iglesia.; esperar para verla y darle mis sinceras felicitaciones. Pero me reclamaron y sentaron junto a los suyos, como si realmente yo formara parte de su familia. Me sentí honrado. Porque los valores de integridad, esfuerzo y humildad de esta familia son el claro reflejo de los de Clarita.

Una de las cosas que quizá más llamen la atención de Clara Santos es, sin duda, su vitalidad y su sonrisa.  94 años viviendo en Arure, viendo cómo se transformaba este núcleo, que no olvidemos fue capital del actual municipio de Valle Gran Rey. Un barrio agrícola y ganadero que vio crecer su figura, siempre tan ligada a su paisaje.

Clarita es la abuela de Arure y una de nuestras grandes abuelas de La Gomera. Porque ella, como tantas otras, son las que han construido nuestra sociedad. Mujeres pioneras, luchadoras y supervivientes eternas. 

Estas palabras a modo de homenaje son también para todos nuestros mayores, pues son el verdadero gran tesoro que encierra la isla de La Gomera