La muy antigua y singular 'forastera'
La Gomera cuenta con una uva singular, única en el mundo cuyo origen se remonta a hace, al menos, cuatro siglos.
Para ser conscientes de la trascendencia de este dato digamos que en Europa la vid más antigua no pasa del siglo y medio. Por lo tanto estamos hablando de una joya vegetal, de un fósil viviente que nos ha regalado la naturaleza. La insularidad a veces tiene estas ventajas. La Gomera es una especie de continente en miniatura cuyo aislamiento protegió a las vides de plagas como la filoxera que a principios del siglo XIX arrasó los cultivos de toda Europa.
Sin embargo, en nuestra Isla y en el resto de Canarias se siguieron cultivando los viñedos llegados desde el Viejo Continente. Posteriormente se produjo un auténtico cruce de variedades con la riqueza biológica que trae aparejada. Hace algunas fechas conocimos el resultado de un estudio financiado por el Cabildo y encargado por el Consejo Regulador a la Universidad Rovira il Virgili de Tarragona en el que se viene a ratificar lo que hasta ahora era una hipótesis: nuestra uva es única en el mundo.
A partir de ahora tenemos que ser los gomeros los que trabajemos para que nuestros vinos sean igual de singulares. Los estudiosos que realizaron la investigacion, Francesca Fort y Fernando Zamora, lo dijeron con claridad. Tenemos en nuestras manos el monopolio de un milagro de la naturaleza que no existe en otro lugar del planeta. De nosotros depende ahora que sepamos sacarle el partido que esta joya natural se merece.
La forastera, y por supuesto otras variedades como el listan blanco y negro, el moscatel blanco o la malvasía, que también fueron analizadas con idénticos y espectaculares resultados, nacen de nuestros escarpados bancales. Una acrobacia agrícola en el paisaje de La Gomera que causa asombro entre quienes nos visitan. Pruebas del descomunal esfuerzo que desplegaron nuestros antepasados para doblegar la naturaleza y sobrevivir.
El descubrimiento nos hace atisbar un amplio mundo de posibilidades. El turismo supone una actividad emergente que ha generado hasta finales de octubre 63 millones de euros, cifra impensable para cualquier otro sector económico de La Gomera. Pues bien, los estudiosos consideran que nuestra Isla podría tener muchas posibilidades a la hora de integrarse con éxito en el exclusivo circuito del enoturismo, o viajeros especialistas en vino, con un alto poder adquisitivo. Un segmento que crece proporcionalmente por encima del turismo convencional. Pero a la vez que conseguimos una actividad vitivinícola próspera, también estaremos dando lugar al mantenimiento de un paisaje tan particular como el nuestro, caracterizado por ese inigualable sistema de abancalamiento.
A partir de ahora se nos abre la puerta a continuar con unas investigaciones cuyos primeros resultados han sido muy esperanzadores. Hemos demostrado científicamente lo que antes manejábamos como suposición: contamos con una uva única y una variedad genética irrepetible que tiene todas las papeletas para convertirse en referente mundial. La Universidad de Tarragona posee el banco de datos más completo del mundo, en el que están registradas hasta 1.122 variedades de vino. Pues bien, nuestra uva autóctona cuenta con tres genomas que se salen de lo común.
Sobre nosotros ha recaído una tarea especial: Primero, debemos consumir nuestros caldos en cada uno de los bares y restaurantes de la Isla. Y segundo tenemos que continuar con el programa de objetivos para hacer que el vino de la marca forastera gomera sea el mejor del mundo. Ya anuncié mi cooperación económica máxima con el Consejo Regulador, bodegueros y viticultores de la Isla para hacerlo realidad. Ésta es una tarea de todos. Es cierto que hemos dado pasos espectaculares pero todavía nos queda mucho camino por recorrer.
Vivimos unas fechas históricas para el sector vitivinícola. Una vez más la ciencia viene a respaldar la sabiduría popular. Nuestros hombres de campo eran conscientes de que manejaban un milagro de la naturaleza. Una especie vegetal que más bien es una reliquia heredada de las generaciones que nos han precedido. Estamos obligados a hacer lo que esté en nuestra mano para que a partir de ahora este regalo que nos ofrece la tierra, continúe vivo y seamos capaces de estar a la altura de sus posibilidades. Como bien dijo la presidenta del Consejo Regulador, Armenia Mendoza durante el acto de presentación del estudio: “La uva está hecha de vino”. Una frase que en estos días ha tomado un significado especial.