No podemos quedarnos atrás
Pocos conciudadanos peninsulares y muchos de los propios canarios, desconocen la enorme distancia que separa a los territorios que forman este Archipiélago. Entre El Hierro y Lanzarote, median unos cuatrocientos cincuenta kilómetros en línea recta, una distancia casi similar a la que existe entre Madrid y Barcelona o el doble de la que hay desde Madrid a Bilbao.
Al mismo tiempo estamos situados a más de mil quinientos kilómetros de la costa Peninsular, y a casi dos mil de la capital del Estado. Esa distancia marca nuestra existencia, para lo bueno y para lo malo. Es la cara y la cruz de un territorio subtropical, con un clima privilegiado y una luz especial, que ha creado su mayor industria en torno a la venta de servicios turísticos y que, por lo tanto, depende absolutamente de sus comunicaciones con Europa.
El primer trabajo que se consiguió en nuestras islas fue apuntalar y mejorar un sistema de comunicaciones aéreas y marítimas con el resto de España y Europa; que ha sufrido altibajos a lo largo de los años. El segundo hito fue crear un puente marítimo y aéreo entre las dos grandes capitales y áreas metropolitanas. Y en paralelo se fue articulando un sistema de comunicaciones —aún imperfecto— entre las restantes islas no capitalinas, tanto en rutas entre las propias islas como en conexiones con los principales destinos turísticos.
Y para articular este sistema se luchó y se consiguió un instrumento de compensaciones que equiparasen el coste del transporte en las islas con el del resto del territorio del Estado. Gracias a eso se ha logrado la creación de un verdadero mercado único regional, con pequeñas empresas que comercializan sus productos en otros mercados insulares o marcas que han terminado implantándose en casi todas las islas. Y se salvó nuestro sector exportador.
En el resto de España, los ciudadanos pueden desplazarse en avión, en sus propios vehículos o en la gran red ferroviaria nacional donde se han invertido en los últimos años decenas de miles de millones de euros. Solo en redes de Alta Velocidad casi sesenta mil millones, para tener la segunda mayor red de AVE del mundo, después de China.
Esta pasada semana he propuesto la necesidad de desplegar una estrategia de conectividad para las Islas Verdes: El Hierro, La Palma y La Gomera. Las tres islas que padecen, objetivamente, las mayores deficiencias en comunicaciones. Su gran papel en el mercado turístico de masas ha conseguido que Lanzarote y Fuerteventura tengan una conectividad aérea y marítima mucho más parecida a las de las dos grandes islas capitalinas. Así que quienes nos hemos quedado atrás tenemos que esforzarnos más para colocarnos al mismo nivel que las restantes islas.
Lo que estamos proponiendo desde ASG es un gran pacto que formarían la Unión Europea, la administración estatal, el Gobierno autonómico y los cabildos de La Gomera, El Hierro y La Palma, para desarrollar y ejecutar toda una estrategia de comunicación de las Islas Verdes.
En Canarias, los grandes partidos defienden a capa y espada ante Madrid y Bruselas que las especiales condiciones fiscales de las islas no son privilegios, sino una forma, siempre imperfecta, de intentar igualar las condiciones de vida de los ciudadanos europeos que viven en esta tierra con los que viven en el continente. Exactamente lo mismo ocurre en el caso de las tres Islas Verdes cuando las comparamos con el desarrollo, las oportunidades o la conectividad del resto del Archipiélago. Estamos en otras circunstancias, y es necesario actuar para solucionarlo de una vez por todas.
El sistema de transportes va a sufrir grandes cambios derivados de la nueva fiscalidad sobre los combustibles contaminantes o las obligaciones de adaptación de las flotas de naves y aeronaves a nuevos combustibles, en el proyecto de reducir el impacto en el medio ambiente. Es el momento, en estos tiempos de transformación, de articular un sistema que garantice las comunicaciones de nuestras islas. Por ejemplo, con la declaración de la obligación de servicio público para establecer rutas aéreas y marítimas entre La Palma, La Gomera y El Hierro. Ahora mismo moverse de una isla a otra supone emplear más tiempo en el viaje que en un trayecto de Tenerife a Madrid. No podemos, no debemos, y no vamos a permitir que nuestras tres islas se queden atrás en las comunicaciones que son vitales para sentirnos parte de la misma tierra, y que son las que permiten el desarrollo de nuestras economías.