Quince años del reencuentro
Nuestros lagartos gigantes siempre estuvieron ahí mucho antes que nosotros. Más bien fueron ellos los que descubrieron al ser humano y desde entonces se tuvieron que replegar sobre el territorio.
Una especie como nuestro lagarto gigante de la que sólo se sospechaba su existencia, cumple por estas fechas el quince aniversario de su descubrimiento. En realidad este término resulta un tanto pretencioso. Nuestros lagartos gigantes siempre estuvieron ahí mucho antes que nosotros. Más bien fueron ellos los que descubrieron al ser humano y desde entonces se tuvieron que replegar sobre el territorio. Seguramente siguiendo el instinto de supervivencia y con el fin de pasar lo más desapercibidos posible, se vieron obligados a reducir su tamaño.
Al final el risco de La Mérica se convirtió en todo su mundo. Allí los encontró el 9 de junio de 1999 un grupo de investigadores de la Universidad de La Laguna formado por Alfredo Valido, Carlos Rando, Manuel Nogales y Aurelio Martín cuando buscaban a un animal que se había convertido en legendario. Los investigadores seguían la estela dejada por la aparición de algunos fósiles. Las sospechas se confirmaron. Finalmente se pudo comprobar que existía un lagarto que llegaba a alcanzar los 45 centímetros y cuyas características le diferenciaban del encontrado en El Hierro.
Pero a la vez también se concretó otro temor. El lagarto gigante estaba apunto de desaparecer. Fue entonces cuando desde el Cabildo decidimos ponernos al frente de esta aventura y durante tres lustros hemos aportado lo necesario para que la continuidad de la especie quede garantizada. Pasado el tiempo creo que ha llegado el momento de hacer una reflexión. En estos años hemos conseguido que más de 400 ejemplares nacieran en el Lagartario que construimos en Valle Gran Rey. Las medidas que tomamos sobre el risco de La Mérica permitieron que una década después del 'descubrimiento' exista en este punto una población estable de, al menos, 300 ejemplares.
El reencuentro entre humanos y reptiles ha sido afortunado en muchos sentidos. En este tiempo hemos contado con el asesoramiento de un importante número de técnicos cualificados en varias disciplinas que han demostrado su formación y lo que es aún más importante, su pasión por conseguir que nuestro animal sobreviva. Hasta La Gomera han llegado en los últimos años un número considerable de científicos de todo el mundo atraídos por la curiosidad de conocer más detalles sobre esta legendaria especie.
El quince aniversario ha coincidido también con el cumplimiento de uno de los objetivos marcados en el plan de recuperación. Nos referimos al regreso a la naturaleza de un número importante de ejemplares. Y lo hacemos porque su hábitat natural no es vivir tras un cristal sino recuperar los espacios que antiguamente eran su hogar: nuestros acantilados. Hace tres meses soltamos 136 lagartos en un lugar situado en el noroeste de la Isla, que no fue elegido al azar sino teniendo en cuenta que se mantuviera fuera del alcance de los humanos y de las especies depredadoras. Los primeros estudios determinan que como resultado del trabajo emprendido, una vez más la suerte está de nuestro lado y los ejemplares se han adaptado a la perfección al entorno. De forma casi simultánea en el tiempo hace algunos meses enviamos tres lagartos a El Hierro. El objetivo es que pase lo que pase en nuestra Isla, siempre existan ejemplares en el exterior.
El lagarto gigante de La Gomera cae bien. Despierta curiosidad, simpatía e interés entre gomeros y visitantes. Entre científicos y no científicos. En este tiempo su imagen se pueden encontrar en un simple llavero, sirviendo de reclamo turístico o como símbolo de la Isla. Su leyenda es ya conocida en prácticamente todo el mundo. Por ello creo que el Cabildo de La Gomera ha estado a la altura de lo que se nos demandaba. Prueba de ello es el reconocimiento otorgado por la Unión Europea (UE) al programa de recuperación a través del proyecto Life Naturaleza.
Evidentemente aún nos quedan retos por superar. El más importante garantizar que la especie no se extinga y construir un Centro de Interpretación. Por lo pronto, entre los proyectos inmediatos, se encuentra la posibilidad de que el futuro mirador de Juan Rejón en Valle Gran Rey cuente con un lugar que funcione como Centro de Visitantes.
En definitiva, creo que en estos quince años hemos demostrado nuestra voluntad de asegurar la supervivencia de la especie. Ya podemos decir que ha terminado esa etapa en la que la convivencia entre animales y seres humanos era imposible. Que muy al contrario los lagartos tienen en nosotros a su mayor aliado. Por lo tanto sólo queda desear que el trabajo de todos los que han participado y participan directa o indirectamente en las labores de recuperación, desde la consejera, Ventura del Carmen Rodríguez, a los biólogos y personal del propio Lagartario, continúe de una manera tan ejemplar como hasta ahora.