Unidad y planificación.
La situación que están padeciendo muchos lugares de la cuenca mediterránea, especialmente en Valencia y Castilla-La Mancha, es absolutamente dantesca. No hay palabras de consuelo ni ánimo posible que transmitirles a centenares de familias que han perdido a algún ser querido, otras tantas que aún buscan a desaparecidos, y aquellas a las que la fuerza del agua ha dejado sin un hogar. Las imágenes y los testimonios de esas personas son una llamada desesperada para atender una catástrofe sin precedentes que ha dejado en shock a este país.
Las fuertes precipitaciones producidas por la DANA han arrasado centenares de viviendas y se han llevado por delante los deseos de familias enteras a los que se les han truncado sus proyectos de vida. Lugares aislados, una cifra elevada de desaparecidos, zonas industriales y de cultivos arrasadas por el agua. Y así un sinfín de situaciones que nos deben hacer reflexionar sobre varias cuestiones.
Estos días hemos palpado la falta, una vez más, de unidad política. Me ha abochornado ver cómo el enfrentamiento del que hace mucho tiempo somos testigos se ha agudizado en una situación de extrema gravedad como ésta. Entiendo el rechazo que puede generar la clase política cuando en vez de remar en una única dirección, hay quienes se empeñan en el descrédito, el conflicto y parecen desentenderse de la búsqueda de soluciones.
Este país, España, que ha vivido momentos muy delicados durante su historia, no merece que los representantes públicos caigamos en el error del ‘y tú más’. Ya se ha hecho en otras ocasiones, y esas familias rotas de dolor no tienen por qué ver un espectáculo de estas características tan lamentables. Todo lo contrario. Ahora toca estar al lado de ellas y cooperar en todo lo que esté en nuestra mano.
Es cierto que tras esta catástrofe hay que adoptar medidas de revisión en cuanto a los protocolos de avisos y de protección civil que fijan los planes. Es evidente que se puede mejorar mucho en estas dos cuestiones y las administraciones públicas, junto a la sociedad en su conjunto, tienen un papel muy importante en esto.
He reiterado en multitud de ocasiones que gran parte de la solución a los problemas sobrevenidos de una catástrofe natural reside en la planificación urbanística. Y disponer de planes hidrológicos y de riesgo de inundaciones actualizados para determinar medidas preventivas reales que disminuyan los peligros que generan situaciones como una DANA.
En el caso de La Gomera, hemos venido trabajando en esta dirección con la actualización de la hoja de ruta que pauta las consecuencias que puede tener sobre la sociedad y el territorio fenómenos como las inundaciones. Este paso fue clave para que la isla disponga de un mapeo real de zonificación y cuantificación de áreas sensibles a escorrentías, subidas del nivel del mar o desbordamientos de barrancos.
Ahora, que tenemos presente lo vivido en la Península, tomemos la iniciativa. Analicemos nuestro territorio, y avancemos en decisiones valientes para que logremos minimizar las consecuencias de estos fenómenos naturales, que por el cambio climático serán cada vez más habituales.