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lunes, 16 de diciembre de 2024 09:31h.

El científico que quería ser artista y una “artista” en vivir del cuento

Escuché una vez en Agulo a un sabio profesor originario de Chipude: “Pero, ¿Qué es eso de los modernos pedagogos de que hay que estudiar divirtiéndose? El estudio nunca fue diversión"

En uno de esos paseos por Madrid, de improviso, de repente, te encuentras con la frase que se te graba a fuego en el cerebro, en la conexión neuronal. La frase la hallé en el edificio de la antigua academia de San Carlos, en aquél entonces Facultad de Medicina, cerca del antiguo hospital de San Carlos que hoy alberga el Museo de arte moderno Reina Sofía. Dice así: 

“Todo hombre puede ser si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. Pertenece a Don Santiago Ramón y Cajal. De una factura impecable en lo literario, no deja de ser un dibujo de las mariposas del alma: las neuronas. 

El hombre y la mujer, nacen y se hacen, y eso es lo que expresa Ramón y Cajal: 
Que junto a las destrezas, a las cualidades con las que se nace, estas se construyen, se perfeccionan, se enriquecen, se van dibujando, grabando, esculpiendo. Golpe a golpe, verso a verso, libro a libro, estudio a estudio y tan importante o más observándonos a nosotros mismos y al paisaje rural o ciudadano que nos rodea. 

Escuché una vez en Agulo a un sabio profesor originario de Chipude: “Pero, ¿Qué es eso de los modernos pedagogos de que hay que estudiar divirtiéndose? El estudio nunca fue diversión. El estudio es sacrificio, hay que hincar los codos, hay que sacrificar horas de ocio, de diversión, para estudiar, para aprender.

Me llamó la atención, viniendo de un profesor, y por tanto permeable a las corrientes psicopedagógicas modernas, pero eso es exactamente lo que pensamos muchos. Nunca fue fácil ponerse a estudiar. Nadie nos dijo que lo fuese. Sacrificar horas en casa para estudiar, para leer, para aprender, era lo difícil. Lo fácil era bajar al campo de futbol de Agulo, por ejemplo, y darle patadas al balón, reír con los amigos, y soñar con ser Alfredo Di Stefano, Amancio o Pirri. El anhelo de ser célebre, al igual que hoy en día, es llegar a la hoguera de las vanidades siendo rico y famoso. 

Doy por hecho, de que ninguno de los que continuamos nuestros estudios hoy en día somos ricos. Tampoco fue nuestro objetivo principal. No nos engañamos nunca: en el mejor de los casos viviríamos con cierta comodidad, lo que no era poco, tampoco demasiado pedir.

No es menos cierto, que tuvimos grandes educadores, principalmente nuestros padres, y grandes maestros y profesores que dejaron huella porque siempre creyeron en un futuro mejor, mejor que el pasado y el presente que a ellos les tocó en suerte. Por eso, porque creyeron, sufrieron, trabajaron, y supieron hacernolos ver, es por lo que estudiamos, y algunos siguen esculpiendo su cerebro aún después de acabar sus carreras. 

A veces, pese a la modernidad, pese a los avances, nos parece que seguimos arrastrando un déficit educativo, cultural, de ignorancia, y lo que es peor de deliberada ignorancia, somos ignorantes porque queremos serlo, lo vemos en el Galdós de principios del siglo XX, que se queja de que hacen falta años, quizá cientos de años para que nuevas luces nos alumbren y lo vemos en Cajal cuando también a principios del siglo pasado, escribe: 

“Se ha dicho hartas veces que el problema de España es un problema de cultura. Urge, en efecto, si queremos incorporarnos a los pueblos civilizados, cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y de nuestro cerebro, salvando para la prosperidad y enaltecimiento patrios todos los ríos que se pierden en el mar y todos los talentos que se pierden en la ignorancia” 

Para los de mi generación y posteriores jugar al escondite significaba contar hasta diez, veinte o treinta y después de decir “y el que no se ha escondido, tiempo ha tenido”, empezar a buscar. En esa búsqueda del conocimiento, de la ciencia, del arte ocurrió igual: 

Hay quien tuvo tiempo, oportunidad y medios, y los aprovechó, y hay quien decidió que no le interesaban, pero medios, lo que se dice medios, tuvieron. Lo que pasa es que había otras cosas por las que algunos sentían más curiosidad. Nada que reprochar, como dice un amigo remedando al filósofo desterrado en Fuerteventura: ...”cada uno con su cadaunada...”. Lo cierto, es que el que no estudio fue porque no quiso. Por eso, muchos de estos compañeros de juego hoy en día son felices con su suerte, y otros, no tan felices, ejercen de plañideras, y se quejan. Si no eres catalán, se viene ya llorado de casa, lo demás es practicar el victimismo o lo que es lo mismo, llorar por la leche derramada, porque tropezamos mientras hacíamos las cuentas de la lechera. 

Mientras Ramón y Cajal en su día, tuvo que sobornar a un funcionario para que le pagasen los atrasos de su sueldo de teniente médico en Cuba, y poder comprarse su primer microscopio, hoy día vemos a gente del partido de la gente, que nos muestra en video sus bondades como gobernante, como gestor público. Uno ve el video, (por cierto nada espontáneo, todo lo contrario, muy estudiado), del “cumple” de la señora ministra de igualdad y no deja de preguntarse a la vez que sonrojarse, si nos toma por idiotas. En todo el desarrollo del documento videográfico, no se enfoca ni una sola vez el despacho de la ministra. ¿Por qué? Las posibles causas, no pueden ser otras que las siguientes: 

a) Para que no se vea, que no hay documentos, expedientes, asuntos que tratar, lo que probaría que es un ministerio o bien vacío de contenido, sin cartera que se decía antes, (pero claro eso no da igual, porque sería como afirmar que Doña Irene es ministra florero, vamos que la han puesto ahí, por una cuestión de cuota, de relleno, o para contrapesar el peso específico de Podemos en un gobierno de coalición y lo que es peor por ser “mujer de”, no por méritos propios, eso sí una de los veintidós pagados por todos nosotros los contribuyentes.

b) Porque realmente la ministra, va al ministerio a hacer videos amables de madre joven y responsable que lleva el bebé al trabajo, mientras la común de las madres funcionarias, tiene que pagar una guardería, porque si bien en los ministerios hay guarderías, no la hay en todos, como es el caso del ministerio de igualdad, ni en muchas empresas públicas, ni privadas. Todo parece indicar que la guardería del ministerio de igualdad, no existe,usan la del ministerio de sanidad, y estando subvencionadas, como lo están, el coste mensual oscila entre los 70 euros del ministerio de sanidad y los 220 euros del ministerio de empleo. Pero no, porque si empleamos la guardería no hay video amable, ni postureo. No es la primera vez. Ya hubo show de Podemos con el bebé de Carolina Bescansa, habiendo guardería como había y como hay para los empleados del Congreso. Ocurrió en el año 2016. 

Cabría la posibilidad y no sería ni descabellada, ni carente de principios como el de igualdad que se repartiesen las responsabilidades de la paternidad ambos progenitores, pero al parecer el macho Alfa Iglesias, tiene cosas más interesantes que hacer como son controlar nuestros secretos de estado del CNI y contar las deliberaciones secretas del Consejo de Ministros a Delcy la fea, tal y como ha afirmado el visionario de pajaricos y dictador Maduro. 

Conozco jueces y magistradas que hace más de treinta años ya hablaban de que no había servicios de guardería para los funcionarios de justicia, y no parece el mejor lugar para llevar a tu hijo un juzgado de instrucción, por donde obviamente, hay un goteo incesante de fauna presuntamente delincuencial. 

Total querido lector, que uno lee las frases de Ramón y Cajal de hace casi un siglo, y las de Galdós de hace más de un siglo, sobre el estado de la “cosa”, ósea de la nación; ve lo sacrificios de Don Santiago, sin más ayuda que la de su propio genio y trabajo; sabe de su honradez intelectual renunciando a cobrar diez mil pesetas de aquella época para ponerse un sueldo de seis mil pesetas con toda la gloria que ya había dado a la neurociencia y les compara con esta cuerda de analfabetos y ganapanes que juegan a ser políticos y le entran serias dudas de que hayamos progresado algo; de que los españoles seamos algo más cultos, y más serios, pero eso igual dá: Ya tenemos a Irene y su bebé en el ministerio de “Igual da” y haciendo videos con sus compañeras de guardería, que parecen salidas de un kindergarten, haciéndole la ola a la señora de Iglesias. Vamos pa ́ matricula de honor.