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lunes, 16 de diciembre de 2024 09:30h.

Ya la inmigración no es como la de Alfredo Landa en película de Pedro Lazaga

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Adiós mi España preciosa, la tierra donde nací bonita, alegre y graciosa como una rosa de abril ay, ay, ay, voy a morirme de pena viviendo tan lejos de ti. ( Antonio Molina )

En la famosa película de Pedro Lazaga en la que está inspirado el título de este capítulo del serial , Alfredo Landa interpreta a un humilde campesino que deja su pueblo en Aragón con la intención de ganar mucho dinero en Múnich y volver pronto a España para comprarse otra vaca y una ordeñadora. La crisis económica que comenzó en el 2008 y ahora con el coronavirus parece repetir ese capítulo de la historia, aunque con una diferencia notable: La migración actual toca a una generación muy distinta de la que se marchó en los 60. Se trata, en muchos casos, de personas altamente formadas, con mayor conocimiento de idiomas que ninguna generación anterior y que provienen 
generalmente de un nivel cultural medio, con un perfil más internacional y más europeo.

LA COMUNICACIÓN 
Nada más llegar, los primeros contactos con los Alemanes fueron a través de signos, pues muy pocos conocían el idioma. Por ejemplo, si querían pedir unas costillas de cordero al tendero Alemán , los españoles señalaban el producto. Pero si no estaba expuesto, señalaban sus propias costillas y lanzaban un «balido» onomatopéyico describiendo así al animal. Evidentemente, hubo muchas confusiones y anécdotas graciosas (y no tan graciosas) que iremos describiendo. Hoy día muchos llevan viviendo mas cuarenta años. Ni hablan ni entienden.

DUELO POR LA LENGUA MATERNA 
Cuando la migración se realiza a un país de otra lengua, el esfuerzo de adaptación y la sensación de pérdida se potencian. No sólo todo es diferente, sino que se encuentra 
afectada y comprometida la posibilidad de comunicación. La lengua es, ante todo, una modalidad de enlace, un vehículo de intercambio de conocimientos, de sentimientos, ideas.

MITOS 
Es interesante la magnitud que adquieren las historias en la familia migrante. Las experiencias son muy fuertes, y se arma una trama que hace a la esencia a la identidad familiar. Estas historias son verdaderos mitos familiares, tienen una estructura fuertemente simbólica y sirven de soporte para lo incierto de lo que puede ocurrir en el presente o en el futuro. Es otro elemento facilitador de la elaboración del duelo de la 
migración. El mito es un sistema dinámico de símbolos que se convierte en relato. Es el relato originario que sirve de base para la construcción del mundo, de la vida, de la cotidianeidad. El mito aglutina, cohesiona ilusiones colectivas . Un aspecto muy importante del mito es que mantiene un orden estable y dinámico. Los mitos cambian, pero nunca del todo. Existe siempre un depósito «conservador» (un jarrón irrompible).

Historias duras las de los Emigrantes, si las hay! Yo conozco profundamente la de mi familia y la mia , que 
seguramente no ha de variar mucho de los demás 

Soy un español, de Zamora para más datos, que emigró a Alemania en 2013, azotado por la crisis del 2008 en España como todo emigrante de esa época con una mano atrás y otra adelante habiendo perdido todo en dicha crisis , deshucio tras desahucio hoy resistimos en Alemania.

El encuentro con el extranjero ‘te permite ser tú mismo haciendo de ti un extranjero, es decir un des-conocido.

En esta experiencia de no re-conocerme en mi núcleo central me descubro ‘otro’ y “lo familiar, lo que se da por sentado, adquiere un giro insospechado , a veces mágico . El extranjero necesita a su vez como dice Heidegger ‘la hospitalidad que otros pueden ofrecerle’, pero contar con esta disposición requiere de nosotros aceptar, re-conocer que el Emigrante, él o ella, “son una presencia que cuestiona nuestro presente porque representa el extrañamiento que potencialmente encontramos en todos nosotros.

No obstante, este extrañamiento es provocado en nosotros por aquello que se da por sentado. Lo obvio de la tradición y de los orígenes del ‘nosotros’, del etnos, frente al ‘otro’, es decir, el bárbaro, el extranjero queda cuestionado si nos atenemos a las crónicas de las diásporas. Estas dispersiones ocurridas durante el proceso de esclavización de hombres de color , la expulsión de los judíos metropolitanos de España o los grandes desplazamientos de masas rurales revelan que nuestra procedencia más remota no tiene un sentido claro y unívoco, contrariamente a lo que este imaginario instituido impone, la dispersión nos enfrenta “con mezclas de historias, cruces culturales, lenguas compuestas y artes créole que también forman parte del núcleo central de nuestra historia.

Por lo tanto, convivir con los diferentes a nosotros, nos hace notar que “ya no estamos en el centro del mundo” lo cual nos produce escozor porque nos vemos confrontados a refutar, a deshacer el punto de vista único, uniforme, atributos de la versión racional de la modernidad y fuente de certeza de nuestra subjetividad e identidad. 

El Emigrante, además, nos coloca ante este dilema “reconocer en otras historias nuestra historia, descubrir en la aparente completud del individuo moderno la incoherencia, el extrañamiento, la brecha abierta por el extranjero que la subvierte y nos obliga a reconocer el problema: el extranjero en nosotros mismos” . Con lo cual nuestro sentido del ser, de nuestra identidad, de ese núcleo central a que el imaginario instituido nos remite queda des-centrado, desplazado y lo que hemos heredado: la cultura, el lenguaje, la historia, la tradición adquieren otra magnitud. Por cuanto, desde ese instante el encuentro con el extranjero nos instala en la precariedad de nuestro ser, y con ella las incertezas, las probabilidades, la incompletitud. 

La experiencia de sentirnos extranjeros nos delimita “umbrales para nuevos encuentros, nuevas aperturas, posibilidades inexperimentadas” en donde podemos oír, encontrar, vivenciar otras historias, otras lenguas, otras identidades, otras culturas.

Entonces, desde el desenmarañamiento de la diversidad a partir del encuentro con el otro (el Emigrante), tal vez sería posible pensar en un diálogo entre un extranjero que necesita de hospitalidad y otro extranjero que necesita re-conocerse. La concreción de este diálogo dependerá de una voz que tenga “la inciativa de conocer y comprender a la otra” Diálogo que se convierta en puerta de acceso hacia un imaginario instituyente de un mundo unido por la multiplicidad de sentidos, que es lo mismo que decir: diversidad