¿Se hará Kathia adicta al coche oficial?
¿Cómo negarle el capricho a una niña? Pues nada, cochecito oficial al canto y que disfrute del placer de sentirse alguien importante.
Las instituciones canarias suelen tener a bien en estas fechas navideñas
darle una oportunidad a los más pequeños para que conozcan el
funcionamiento de esas instituciones que a ellos les parecen tan alejadas
como inteligibles (bueno, eso nos pasa también a los adultos). Por ello,
suelen celebrar plenos especiales en los que a uno de estos menores se les
nombra presidente del Parlamento de Canarias, alcalde o máximo responsable
de un Cabildo.
Hasta ahí, no hay mayor problema y, hasta cierto punto, me resulta bastante
didáctico que desde la más tierna infancia haya un acercamiento hacia lo
que representan las instituciones, esos lugares donde radica la democracia
o, mejor dicho, donde administran la democracia (no siempre de la manera
más adecuada) que les confiamos los ciudadanos.
Sin embargo, el Cabildo de Tenerife, en su afán por querer hacer vivir la
experiencia de ser presidenta por un día a la pequeña Kathia, ha metido la
pata hasta el corvejón porque si algo se les afea a nuestros actuales
dirigentes es el uso y abuso del coche oficial, que el parque
automovilístico de este tipo de vehículos es más que elevado y que, si
estamos en crisis, los primeros que tendrían que tomar ejemplo han de ser
los representantes de las corporaciones.
Pero no, ellos están enviciados con esa vida de marqueses y son incapaces
de prescindir del Bautista de turno que les lleve en el sillón de la reina
hasta la mismísima puerta del Palacio Insular. Y claro, habrán pensado,
¿cómo negarle el capricho a una niña? Pues nada, cochecito oficial al canto
y que disfrute del placer de sentirse alguien importante. A esta chica, a
poco que se lo propongan, ya la han fidelizado para ser otra adicta al
sistema actual.
Precisamente, si estamos luchando por conseguir que salga una hornada de
políticos con cabeza, que sepan que esta dolce vita del coche oficial, de
hoteles gratis, de tableta y smartphone regalados y viajes por doquier a su
libre disposición y albedrío, se tiene que acabar de una vez por todas, que
a la política se va a servir al ciudadano y no a servirse a sí mismos, no
es buena imagen ver a una niña que apenas contará con 10-11 años bajando de
un coche oficial. Estamos confundiendo a esa menor y a sus compañeros y
amigos que la han visto por la televisión y por los medios digitales.
La política se ve hoy como un chollo, una suerte de cortijo para cuatro
afortunados, pero en realidad la política, si se tomase como debiera ser,
habría de ser un continuo sufrimiento, un no vivir durante las 24 horas del
día porque siempre habría problemas que solventar. Pero, claro, algunos o
bastantes han conseguido transformar la política en algo donde lo que prima
es ganar dinero y tener solo derechos y más derechos con escasas
obligaciones.