La mierda que Podemos quiere exportar de la Venezuela chavista
Allí, quejarte porque no hay que comer supone pasar por comisaría, por el cuarto oscuro y, con un poco de mala suerte, pasaporte con dos tiros en la sien.
¿Quieren ustedes una España en la que, por ejemplo, tengan que hacer cola para comprar un simple rollo de papel higiénico, comprar una botella de leche, pan o huevos? ¿Desean ustedes que su casa de la playa o de la sierra o cualquier vivienda que tengan en su misma ciudad sea invadida por familias que no tienen casa, pero que la ley les permite tomar al asalto ese hábitat que temporalmente se encuentra desocupado?
¿Les gustaría vivir en España algo similar a la censura empezando por no dejarles usar en sus casas Internet y tener que ir a centros controlados por el Gobierno para que éste sepa, por supuesto, por qué páginas navega, qué información consulta o a quién le escribe correos electrónicos? ¿Querría usted tener en nuestro país unas televisiones manejadas por el mismo dueño, el Estado, en las que las críticas al poder establecido queden terminantemente prohibidas?
¿Tal vez querrían que España se convirtiera en lo más rancio de un sistema chavista-talibán en el que las mujeres, por ejemplo, deberían dejar de usar ropa de baño sexy, escotes generosos o ropa ajustada? ¿O tal vez están encantados si mañana les prohíben usar imágenes como las de Papá Noel o el ratón Mickey Mouse porque son símbolos del capitalismo malévolo?
Pues bien, éstas y otras imposiciones tendentes a coartar la libertad de los individuos son las que ya se dan a diario en Venezuela, un país que lleva casi 20 años a la deriva por la acción de Chávez y sucesores, una nación echada a perder por dirigentes sinvergüenzas, mercenarios al mejor postor que son capaces de todo con tal de acallar la más mínima crítica. Allí, quejarte porque no hay que comer supone pasar por comisaría, por el cuarto oscuro y, con un poco de mala suerte, pasaporte con dos tiros en la sien.
Esto es lo que quiere traer Podemos a España. Mierda sobre mierda, una fosa séptica irrespirable, un completo disparate que los de Pablo Iglesias saben revestir a la perfección para que no se note el truco. Lo que pasa es que se ve a la legua que la mercancía que venden está caducada y trufada de falta de libertad, de dictadura y, sobre todo, de penuria, de mucho hambre y poco que comer.