Alguna estrella, ahora lleva tu nombre, Alexander Ebert Kurz (Por Sara Medina Hernández)
Las palabras que faltaban por decirte, quedarán solo entre tú y yo, igual que los momentos que vivimos. Solo nuestros. Te llevaré siempre conmigo, te lo prometo.
Echando la vista atrás recuerdo que todo empezó el 3 de agosto de 2012, desconozco el motivo que me llevó a hablarte, pero quizás fue tu sonrisa, o la forma en que me mirabas. Después de aquella conversación que yo inicié vinieron los momentos a tu lado, los dibujos que me hiciste, las tardes en las que me tirabas a la piscina porque te gustaba verme enfadada, los días discutiendo si le decíamos al mundo lo que éramos o lo guardábamos para nosotros y las noches mirando las estrellas preguntándonos si el universo es infinito.
Ojalá todo fuera un mal sueño y mañana cuando me despierte tú sigas ahí, riéndote de mis torpezas, poniéndome malas caras cada vez que te decía que el Real Madrid es mejor que el Bayern, ojalá siguiera viendo toda mi vida tus ojos claros y tu bonita sonrisa. Perdóname si alguna vez te hice daño, si no estuve a la altura de la circunstancias, si me callé palabras que debí haberte dicho o si te decepcioné. Te juro que jamás pensé decirte adiós, menos aún abrazar a tus padres rotos de dolor ni tener que ir a verte a un lugar tan desagradable y frío como el tanatorio.
Alex, me dijiste que estarías en mi 18 cumpleaños, que me verías graduarme y que cuando fuera abogada te defendería si te metías en problemas... De verdad que no logro entender por qué el destino te arrancó de la vida impidiéndote cumplir esas promesas.
Las palabras que faltaban por decirte, quedarán solo entre tú y yo, igual que los momentos que vivimos. Solo nuestros. Te llevaré siempre conmigo, te lo prometo.
Y te digo una última cosa, hoy sigo sin saber si el universo es o no es infinito, pero estoy segura de que alguna estrella de las que hace meses mirábamos juntos, ahora, lleva tu nombre, Alexander Ebert Kurz.