Coronavirus ( Versos de don Oswaldo Izquierdo Dorta)

Oswaldo Izquierdo
A mis paisanos, Manuel Roldán Dorta, José Hernández Negrín,  Manuel Rolo Piñero, Agustín Navarro Navarro, Manuel Navarro Rolo, prestigiosos poetas populares ("versiadores" de leyenda), naturales de Valle Gran Rey, que, sabiamente, vaciaban en décimas los acontecimientos locales, personales y colectivos, para difundirlos y mantener viva la historia. 

Coronavirus

Hordas de hoces silentes, 
invisibles, despiadadas, 
van segando apresuradas, 
por sorpresa, a mucha gente. 

Van sembrando su simiente, 
con su fiebre nos abrasan 
y veloces se desplazan  
para multiplicar sus filas. 

Como caballos de Atila, 
nos aplastan  cuando pasan. 

Cuando el contagio adelanta, 
nos asfixia, nos ahoga, 
como una apretada soga 
que quiebra nuestra garganta. 

Ningún fármaco lo espanta. 
Ninguna pócima cura. 

Desborda las estructuras 
que nos venían sirviendo 
y al destruir, va creciendo 
junto con nuestra amargura. 

Se extiende como el temor, 
como la niebla y el fuego, 
dejando a su paso un riego 
de lágrimas y dolor. 

Su ataque desolador 
nos hace retroceder, 
por no poder disponer 
de antídotos, ni vacunas, 
ni de panacea alguna  
que lo pudiera vencer. 

Porque el virus es la lanza, 
el azote ciego y mudo. 

La sanidad, el escudo 
que equilibra la balanza 
y la única esperanza 
de lo que está por venir. 

Se suma a este sufrir 
el dolor que el mundo siente 
al ver marcharse a su gente 
sin poderla despedir. 

Es la lucha de trincheras, 
de privación y paciencia, 
de búnker y resistencia, 
de retrasar las fronteras. 

De largos meses de espera 
cediendo tierra quemada. 
De atardecer y alborada 
enlutadas permanente. 

De tristeza de la gente 
en su casa confinada. 

Huestes que, al parecer, 
han salido del Averno, 
y a ese infestado infierno 
tenemos que devolver. 

Batalla por resolver, 
ya que en ella va la vida, 
y aunque ganen de salida, 
con vacunas y unidad, 
todos con la sanidad, 
ganaremos la partida.