De madre a madre... Nosotras...Vosotras ( Ángeles Menéndez Muñiz)
Llevo unos cuantos días pensando la manera de hablar de la diferencia que hay entre unas madres y otras.
Todas las madres merecen nuestro cariño, nos han dado la vida, nos cuidan y nos miman, pero esto lo escribí pensando en las madres que tienen hijos e hijas con distintas capacidades y también para las madres que afortunadamente no tiene ningún tipo de problema y que vean lo afortunadas que son.
Nosotras tenemos un valor añadido ya que nuestros hijos siempre van a depender de nosotras, ellos no abandonan la casa ni se independizan.
Nosotras tal vez lleguemos a tener algún síndrome pero...nunca el del nido vacío... la mayoría no tendremos nietos, ya que aunque tenemos hijos (no voy a generalizar, porque puede haber excepciones) pero esa opción de los nietos yo al menos no me la planteo.
Nosotras somos madres, enfermeras, cuidadoras, estamos de guardia las veinticuatro horas al día, entendemos de psicología, para nosotras no hay jubilación, siempre estamos activas, pendientes de nuestros hijos, también de su futuro, tenemos tanto encima de nuestros hombros que no nos da tiempo ni para deprimirnos...y motivos no nos faltan pero hay tanto que hacer...tanto en que pensar... siempre mirando la manera de poder hacer más, de darles tranquilidad, bienestar, felicidad...y no por eso dejamos de llevar la casa, con todo lo que conlleva, ni tampoco prescindimos de nuestro espacio, de nuestro tiempo, compartido con nuestra familia, de nuestras aficiones: Leer, hacer deporte, cultivar las amistades, bordar, cuidar a nuestras mascotas en fin... ¡¡Y que después tengamos que oír que las que no trabajamos fuera de casa no hacemos nada!! A esas trabajadoras las quisiera ver yo en nuestra misma situación, ya veríamos... igual cambiaban la manera de pensar...
El Estado se ahorra mucho dinero con nosotras ya que nuestro trabajo no está remunerado, nosotras lo hacemos porque es nuestra obligación como madres y con todo el amor del mundo, pero todo pasa factura, cuando una es joven se puede con todo, pero cuando va pasando el tiempo ya comenzamos a notar cansancio físico y psíquico.
Empiezas a pensar en su futuro cuando ya no estemos y empezamos a pensar. ¿Quién le consolará cuando esté triste? ¿Quién le cuidará cuando esté enfermo? ¿Alguien le abrazará cuando tenga miedo y busque consuelo a sus temores?
Nosotras a diferencia de las otras madres, nos tenemos que adaptar a los ritmos de nuestros hijos, ellos nos marcan el día a día, tienen sus tiempos y sus días bien planificados y las madres nos adaptamos a sus demandas.
Las otras madres cuando sus hijos ya son mayores y se independizan buscan como llenar su tiempo con actividades, manualidades, música, teatro.
Yo misma comencé a talleres de teatro por mi hijo (él es adulto) pero a diferencia de mis compañeros y compañeras de teatro, no puedo dedicar el tiempo que ellos dedican a ensayar.
Mi ritmo lo marca Tono y como tiene más actividades y siempre quiere que le acompañe, pues para todo no hay tiempo. Mis ensayos son de menos duración y no siempre voy a poder acudir.
Pero tampoco tengo derecho a quejarme, viendo otros casos de madres que por las características de sus hijos tienen que estar pendientes permanentemente de ellos, las hay que igual duermen tres horas y ya se tienen que poner en movimiento. Ya se sabe que todos somos distintos y no hay un caso idéntico al otro; se pueden asemejar pero nunca hay dos casos iguales.
Para estas madres que muchas veces no pueden ni salir de casa con sus hijos porque todo lo que se sale de sus rutinas les descoloca, deberían de tener una ayuda o apoyo del Estado para ellas también poder disponer de un tiempo para sí mismas.
El ser cuidadora de personas dependientes agota mucho porque siempre hay que estar disponible; eso a la larga pasa factura por eso el Estado debería de cuidar al cuidador para que tanto el que cuida como el que es cuidado tengan calidad de vida. Si el cuidador está mal eso lo transmite a su hijo o hija y ellos merecen ser felices, ya la vida les ha estafado bastante, ellos no tendrán la elección de tener pareja, hijos, estudiar, independizarse, tener amigos etc.
La sociedad también tiene que cambiar la forma de ver a estas personas, ellos por el simple hecho de nacer son ciudadanos con plenos derechos y eso se olvida muy fácilmente, les marginan en todos los sitios, quieren ignorarles porque su presencia incomoda y les tratan como a cosas con etiquetas.
Afortunadamente las cosas van cambiando pero no tanto como deberían, casi estamos igual que hace cuarenta años.
Por eso quiero decir a las madres que afortunadamente no viven nuestras vivencias, que por favor no juzguen sin haberse calzado nuestros zapatos y recorrido nuestro camino.
Tampoco queremos que los miren con la lastima y condescendencia o como si no se enteraran de nada. Ellos no están en otro mundo, están en el mundo donde todos estamos y saben perfectamente donde son bienvenidos y donde les rechazan.
Para tratar con ellos no hace falta hacer un máster, solo les hay que tratar como a todos nos gusta ser tratados.
Quiero decir a estas madres a quien dirijo este escrito (vosotras) que valoren a sus hijos no por ser los más listos o los más guapos, si no porque sean buenas personas, muestren empatía y sean solidarios con todos sin hacer diferencias. Pero recordar que esos valores se enseñan en casa y ya desde bien pequeños hay que enseñarles a respetar al diferente.
Nosotras lo hacemos con sus hijos y ellos también son diferentes, en eso consiste la diversidad no hay una persona igual a otra.
Para terminar me gustaría que este escrito sirva para hacer pensar a todos y os quiero recordar que cualquiera de nosotros por bien que estemos, en un segundo por un accidente de coche, o un accidente vascular o por cualquiera enfermedad pasaremos a formar parte de las personas dependientes.
Por mucho que nos pensemos que somos el ombligo del mundo, en un instante una discapacidad llega sin avisar y te baja del pedestal.
Ángeles Menéndez Muñiz (Las Vegas - Corvera)