Mejoremos nuestras conexiones internas
La Gomera es la isla con los tasas más altas de parados, maldición que sólo se mitiga, en parte, con planes eventuales de empleo público que poco hacen para acabar con el problema.
En las últimas semanas hemos leído y oído que buena parte de la clase política gomera, al menos, la que ocupa cargos de responsabilidad y representación pública, apuestan por la ampliación del aeropuerto como solución final a los problemas de conectividad de la isla. De nuevo, la medida que acabará con los males seculares que nos aquejan, entre ellos los de índole económica, está en crear y desarrollar más infraestructuras.
Rápidamente olvidamos los recursos que en la época de bonanza se dilapidaron en obras sobredimensionadas o directamente inútiles -no nombraremos más la retahíla de obras de escasa utilidad que adornan la orografía de esta isla-. Recursos derrochados a mansalva que ahora pagamos con las crisis y las consecuentes medidas de “austericidio”. Sin embargo, en nuestras Isla, más allá de reflexionar y analizar la utilidad de tales gastos, se sigue ahondando en esa dinámica perversa de crecer y crecer en obras difíciles de mantener y de justificar.
A la par, llama la atención cómo los discursos sobre la conectividad exterior han dejado de lado a algunos de los que afectan más directamente a los ciudadanos gomeros, es decir, la preocupación por la conectividad interior. Conectividad asumible, tanto por las posibilidades económicas a la hora de poder llevarla a cabo, como por poseer las competencias en la materia.
Sin duda el debate debe trasladarse a la sociedad insular: ¿es coherente pedir la ampliación del aeropuerto cuando no se ha sido diestro a la hora de abrir con seguridad la carretera del Rejo? ¿Lo es si no se es capaz de iluminar los túneles de Valle Gran Rey? ¿Por qué no se promueve con la misma diligencia la finalización del puerto de Vueltas? ¿Por qué no se apostó de una manera más rotunda por la línea marítima interior? ¿Por qué se enfrentó entre ellos a los taxistas de los distintos municipios con el tema de las zonas sensibles? ¿Por qué no se trabaja para unir los municipios de Valle Gran Rey y Vallehermoso con una línea regular de guaguas? ¿Por qué todavía hay barrios habitados cuya conectividad con el resto de la isla es pésima debido al estado de las carreteras?
Si el objetivo es mejorar la conectividad exterior con el fin de que puedan venir a La Gomera más turistas, también hay propuestas mucho más sencillas y abordables que la ampliación del aeropuerto. Por ejemplo, se puede mejorar la atención e información de los turistas que vienen a La Gomera y que esperan horas en Los Cristianos. Por otro lado, existen muchas carencias en el trato que se les dispensa a su llegada al puerto de San Sebastián. Sólo habría que escuchar a los empresarios del turismo de La Gomera para extraer propuestas de mejora.
Es conveniente, también, reflexionar al respecto del dinero que se genera con la actividad turística y cómo se está repartiendo. Recientemente, el Presidente del Cabildo dio el dato de que durante 2014 dicha actividad en La Gomera generó ingresos diarios por valor de 225.000 euros; no vamos a dudar sobre la veracidad de tales datos, pero debemos preguntarnos: ¿cómo se está repartiendo este dinero en la isla?, ¿por qué estas cantidades -serían 81 millones de euros anuales- no se traducen en más y mejores empleos, en más vinculación entre la producción agrícola y ganadera y la actividad turística?
La Gomera es la isla con los tasas más altas de parados, maldición que sólo se mitiga, en parte, con planes eventuales de empleo público que poco hacen para acabar con el problema. Tenemos la isla con menor superficie cultivada, un sector primario agonizante y la cesta de la compra más cara de Canarias. Datos contundentes. Mientras se rellenan páginas y páginas al respecto de los ingresos que deja el turismo en la isla -y que no son para nada patentes- y de peticiones al Gobierno de España para ampliar el aeropuerto.
Creemos que en el momento presente vincular desarrollo con infraestructuras megalómanas es una dinámica absolutamente superada. Las infraestructuras ya no son la solución a los problemas económicos, la presente crisis así lo certifica. Ahora debemos reflexionar y actuar en la mejora de la conectividad interna (mantenimiento y mejora de carreteras y servicios públicos de transporte), debemos implementar estrategias que vinculen las buenas cifras turísticas con el desarrollo local, crear empleos mejores y más estables. Ese es nuestro reto. Que no nos deslumbren con obras faraónicas que solo sirven para enterrar, cual pirámides, ingentes cantidades de recursos públicos.
Rubén Martínez Carmona