La primera Alcaldesa de Agulo
Han transcurrido más de cuatrocientos años desde la fundación de Agulo y, el próximo sábado 13 de junio, Rosa María Chinea Segredo tendrá el privilegio de ser la primera mujer en tomar posesión como alcaldesa.
He de manifestar, antes de continuar, que mi concepción de la vida en general ( en sus vertientes políticas, económicas, sociales, culturales, etc, etc ) está impregnada por lo que se denomina “liberalismo clásico”, ajeno por completo con el socialismo, pero esta circunstancia no ha sido obstáculo para compartir con Rosa otros muchos espacios y valores; además, debo reconocer que me honra formar parte de su amistad y desde el afecto y el aprecio hacia su persona me permito expresar algunas impresiones generales.
A punto de iniciar una nueva aventura en su andadura personal es preciso que sea capaz de asumir, interiorizar y reconocer los datos objetivos de la noche electoral. Si bien es cierto que más de la mitad de los votantes le ofrecieron su apoyo, también es innegable que más de la mitad de las personas con derecho a voto no le brindaron su confianza en las urnas, ya sea porque eligieron otras opciones o porque decidieron abstenerse, aunque hipócritamente muchos puedan decir ahora lo contrario, como consecuencia del heredado miedo a expresarse públicamente.
El PSOE tenía como eslogan “gobernar para la mayoría”. Nada novedoso, siempre fue así. Sería erróneo que Rosa diera continuidad a esta habitual forma de entender la gobernación, olvidando que su compromiso de servidora pública es con todos y cada uno de los ciudadanos de Agulo porque todos son iguales en derechos e iguales ante la ley. Esta será, por tanto, la primera oportunidad de demostrarse y demostrar su decencia y generosidad en el noble y difícil arte de gobernar.
La tarea no será sencilla, después de veinticuatro años de mayorías absolutas durante los cuales se brindaron privilegios a unos y a otros se impusieron coerciones o maltratos, generándose sentimientos y pasiones enfrentadas. Rosa deberá hacer gala de su inteligencia y cordura para entender y hacer comprender a su grupo de gobierno, a todos los trabajadores del ayuntamiento y a sus ciudadanos en general, que es preciso romper esta nefasta y enfermiza dinámica de gobernar a base del palo y la zanahoria o de diferenciar entre ciudadanos de primera y segunda.
Desde el minuto uno deberá dejar muestra de su talante conciliador, dispuesta a sumar voluntades de forma transparente y leal e, igualmente, tendrá que saber lidiar y cortar por lo sano ante cualquier intento, por parte de sus adeptos, de venganza, revanchismo o de construir enemigos a los que combatir y dañar. Las obsesiones, las paranoias y las conspiraciones deben formar parte del pasado así como determinados estilos de gobernantes que, legitimados por el voto de quienes consideran al gobierno como fuente de ayudas y recompensas, han utilizado el poder como herramienta para enriquecerse y privilegiar a sus seguidores, amiguetes y compinches.
Aunque lo habitual es que los gobernantes traten de ocupar el poder sin restricciones y acaben, casi todos, “embarrados”, espero y deseo que Rosa sea ejemplo de pactos y colaboraciones, de construir consensos y acuerdos así como de soluciones dialogadas. Que practique la cultura de reflexionar sobre la realidad de los problemas y analizar sus posibles soluciones sin obsesionarse por la ideología, haciendo gala de diligencia y eficacia en lugar de los clásicos caprichos y perretas personales.
El sábado 13 le llegará la hora de echar a andar hacia el futuro y aunque será ella la que tome sus decisiones, junto a sus compañeros de gobierno, dada la estima y la confianza mutua que nos une, quiero finalizar atreviéndome a sugerirle que se apoye en tres pilares esenciales: continuidad, prudencia y respeto.
Continuidad: porque se trata de construir sobre lo existente, no de destruir. De regenerar y elevar la calidad de las instituciones y la clase política, no de acabar con ellas. De reconocer los logros de los gobernantes anteriores, siempre que los haya y en este caso los hay, y seguir progresando.
Prudencia: porque se necesita sensatez y buen juicio a la hora de tomar decisiones, distinguiendo lo que está bien o mal, lo justo e injusto, lo eficiente o ineficiente.
Respeto: porque es preciso que los gobernantes respeten y hagan respetar los derechos individuales ( la vida, la libertad y la propiedad ) y no atenten o dificulten el ejercicio de los mismos, por muy duras y desagradables que puedan ser las críticas o las decisiones que tomen los ciudadanos.
Suerte, amiga.
Agulo, a 08 de junio de 2015. Sebastián Hernández Vera.