Buscar
lunes, 16 de diciembre de 2024 19:20h.

Salvar Tenerife de "los salvadores" (Por Oscar Izquierdo)

OSCAR IZQUIERDO
Hay que salvarla, la pregunta que viene a la mente es de quién o de quienes, la respuesta es sencilla, ni más ni menos, de los que se proclaman salvadores de la misma, los autodenominados ecologistas y llamados popularmente noistas.

Nuestra ínsula urge una operación quirúrgica, su precario estado de salud lo requiere. Hay que salvarla, la pregunta que viene a la mente es de quién o de quienes, la respuesta es sencilla, ni más ni menos, de los que se proclaman salvadores de la misma, los autodenominados ecologistas y llamados popularmente noistas.   La vida humana está llena de paradojas, quienes pretenden algo en una dirección determinada, lo desmienten con sus acciones o actividades estrafalarias, constantemente llamando la atención, con el único fin de sobrevivir, buscando adrede, lo contrario de lo que dicen defender o proteger. Para salvar, con fundamento a Tenerife, es perentorio, propiciar un crecimiento económico estable, un desarrollo sostenible sin fundamentalismos hipócritas, inversión pública y privada, para un funcionamiento normal del sistema productivo, que propiciará la creación de empleo, dando mayor bienestar social y mejor calidad de vida a todos los ciudadanos y no sólo a los que ya tienen asegurado su sueldo de por vida, hagan o no hagan, pero siempre parándolo todo. 

Los extremismos, son malignos, su intransigencia hacía los demás, es decir, a los que no les siguen su corriente, obedientes como borregos del rebaño, como verdaderamente les gusta, hace que sean inmisericordes con los que piensan diferente o tengan sus propias opiniones y que, además, lo digan públicamente. Inmediatamente, para que no cunda el ejemplo y se les pueda acabar el chiringuito, en canario, el guachinche que tienen montado y puedan conocer los ciudadanos versiones diferentes a las que ellos plantean, cuasi religiosamente, intentan eliminarlos, atacarlos, insultarlos y desprestigiarlos. No permiten o por lo menos lo intentan, que haya personas con libre pensamiento, formadas, independientes y ecuánimes, porque son para esos salvadores intolerantes y totalitarios, un verdadero veneno a combatir.   

Desde la Agenda 2030 a nivel global, conformante del nuevo orden mundial que se quiere imponer a la fuerza, no de las armas, sino de la cultura, propaganda e intransigencia, cual nueva Inquisición del siglo presente, se ha puesto de moda o mejor dicho, preparado de manera sibilina en sus laboratorios propagandísticos, un palabro que hay que utilizar, para seguir con su dietario ideológico, perfectamente organizado, planificado y estructurado. Se trata de anteponer ante cualquier acción activista el vocablo SALVAR, con una repetición monótona.  No pasa sólo en Tenerife, no pensemos que son tan originales, puede comprobarse, al leer cualquier libro, artículo o estudio científico independiente.  En todos los lugares del mundo, utilizan las mismas tácticas, discursos, acciones reivindicativas, que sólo son copiadas y adaptadas al territorio determinado donde se aplican.

China está considerado el país más contaminante del mundo, la huella de carbono es extremadamente peligrosa, emite más gases invernadero que todos los países desarrollados juntos. Parece ser, que el régimen político que rige el país aumenta constantemente sus niveles de polución y disminuye la inversión en energías limpias. Eso implica, alerta roja, nunca mejor dicho, para todos los salvadores, en cualquier parte que estén, porque ahora es el momento de demostrar el internacionalismo solidario, que tanto les gusta, dejando de lado, por un momento, el ecologismo localista, pequeño y de poco impacto, para la salvación de la humanidad. La Consejería de Transición Ecológica y demás cosas del Gobierno de Canarias, debería propiciar, si es posible o lo permite la normativa vigente presupuestaria y las relaciones internacionales, la financiación de una acampada de los noistas de aquí, en la Plaza de Tiananmén o Plaza de la Puerta de la Paz Celestial en Pekín. No sabemos cuánto tiempo podrá permanecer ese activismo, cosmopolita y universal, pero de lo que sí estamos seguros, es que será un gran paso para salvar a nuestro planeta.