Un voto de confianza para el nuevo ayuntamiento de San Sebastián
Fue la primera vez que asistí a la investidura de un alcalde. Por lo tanto no tenía expectativas y me pude dejar sorprender por lo que iba a suceder.
Tras meses de luchas entre partidos, o más bien entre sus dirigentes, llegaron de repente unos momentos de absoluta tranquilidad y paz. Lo más que me impresionó fue la alegría de la gente por el cambio, sin intenciones de venganza. Los mismos asistentes incluso hicieron callar a una persona que iba a interrumpir el discurso del alcalde saliente.
Muchas veces nos convertimos en rehenes de nuestras rutinas de lucha y defensa, de ser víctimas o culpables. El pasado 13 de junio por unos momentos memorables hemos roto con esta rutina. Hemos señalado la posibilidad de cambiar la forma de hacer política.
Parece que los políticos y ciudadanos unidos en un acto institucional, se dieron cuenta de sus verdaderas necesidades y deseos y de su capacidad de construir juntos nuestro municipio.
Yo creo en la voluntad de Adasat Reyes y de su equipo para administrar el ayuntamiento de San Sebastián hacia el bien de todos los vecinos del municipio. Que sean capaces de cumplir sus promesas electorales dependerá de muchos factores, pero sobre todo de la colaboración de toda la ciudadanía y de la oposición política. Es como en matemáticas: 1 y 1 pueden ser dos o cero. Todo depende de nosotros, si queremos sumar o restar.
Si queremos el cambio hacía una sociedad justa, productiva y feliz, tenemos que colaborar y confiar en la buena voluntad de los otros. Un buen gobierno necesita y debe agradecer y apoyar a una oposición constructiva que aporta en vez de oponerse.
Aunque creo más en la democracia participativa que en los líderes políticos, confío en la voluntad de Adasat Reyes para encabezar y mediar la gestión política de nuestro municipio con el fin de lograr un desarrollo sostenible por el bien de todos. Por esto apelo a la buena voluntad de apoyarle con aportaciones y crítica constructiva.
Nos lo merecemos.
Libre opinión de Ralf Zinke