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domingo, 24 de noviembre de 2024 00:00h.

Y yo sin rastas

Lamentable el espectáculo en redes sociales,  de algunos medios e incluso de algunos políticos, más pendientes de la imagen de los diputados que por factores más reales. Tanto que lograron convertir la imagen de un diputado en uno de los centros de atención del inicio de legislatura

Muchos se volcaron a insultar a un diputado por su pelo, superando otros tristes argumentos elitistas como la profesión. Algunos olvidan que el parlamento debe representar a la ciudadanía española y en España hay más, o eso espero, personas con rastas que ladrones con chaqueta. Que hay más obreros que banqueros.

Si ya era triste que algunos prefirieran a un idiota con título que a persona sin título sin conocer cualquier otro detalle, más triste  es que parezca que muchos prefieren a ladrón conocido pero vestido según los cánones que un desconocido con rastas.  Puede ser que España sea realmente la de su leyenda negra, una de hidalgos sin tierra ni visión pero a la moda, un España intransigente y conservadora o simplemente que algunos no vivan en un mundo real.

Cansado de ver criticas de unos partidarios a otros, basadas no en argumentos racionales sino en insultos, destacando más lo malo del rival que lo bueno propio podría plantearse si el problema llega más allá, al ciudadano de la calle que se ha terminado por creer que la política solo se puede hacer desde el traje y el sillón. En una especie de Síndrome de Estocolmo.

Algunas de las señorías no tienen contacto con el pueblo salvo en las elecciones pero más grave que sus votantes piensen que los políticos deben ser algo diferente al resto.
Y todo esto no es un defensa a Podemos, es una defensa a la cordura. Me preocupa menos la imagen de un diputado que saber cuántos diputados están imputados. Me preocupa menos como quiera llevar su pelo o su ropa una persona que lo que piensa, y me interesa más la foto de Patxi López como Presidente del Congreso que las anécdotas del día. No tengo rastas pero seguramente como la inmensa mayoría de la gente nos sentimos más cerca de alguien peinado como quiera que de alguien de traje, comisión y sobre.

Al final, todos, incluido yo al escribir este artículo, terminamos por desviarnos de la nueva situación política en España para perdernos en debates que aportan poco, retroalimentando lo anecdótico y los complejos de algunos en lugar de analizar los factores importantes. Mientras tanto al menos un diputado imputado y pasa como nota a pie de página, y la que debía ser la noticia del día, la presidencia de Patxi López,  sale apenas un poco más. Quizá si López hubiera llevado rastas, o las personas que las han criticado estuvieran más en la realidad tendríamos un país algo mejor…Y yo y ustedes estaríamos pensando en algo más importante que si le molesta a algunos el peinado de otros.

Salvador Suárez Martín