Cuando la familia son los que más defraudan
En mi cita quincenal con los lectores de Gomera Actualidad hoy recuerdo la preocupación que sentían mis padres por el futuro de nuestro hijo.
Mi padre era un hombre optimista, siempre veía el vaso medio lleno, él adoraba a Tono y siempre que ellos venían para nuestra cas por fechas señaladas se lo pasaban muy bien juntos.
Él decía que había que ser optimistas y que siempre estaba la familia para el día de mañana cuando su padre y yo faltáramos (cuando decía familia se refería a tíos y primos)
Mi madre era más pesimista o tal vez ya sabía que no iba a ser como decía mi padre. Ella me decía: Si yo viviera nunca abandonaría a Tono, lo cuidaría hasta el último momento de mi vida.
Siempre les decía a los otros nietos: Nunca abandonéis a Tono, cuando su padre y su madre falten se quedará solo en el mundo, no tiene a nadie más. Aunque le respondian que no fuera tan pesada que ellos no le iban a dejar solo. La verdad es que mi madre se anticipó a lo que ella intuía que iba a pasar, por cosas que ella me dijo y otras que yo vi, también llegué a esa conclusión. Atender a una persona que no tiene plena autonomía y que por falta de contacto has perdido la ocasión de tratar y conocer, no es tarea fácil.
Lo fácil es acogerla y tratarle como a un mueble, lo difícil es darle su sitio, respetar su tiempos y espacios…En fin…Ni su padre ni yo queremos eso para nuestro hijo. Él se merece que lo quieran y lo traten como a una persona; no ser un estorbo que rularía de un sitio para otro, como cuando cambiamos las cosas de sitio cuando hacemos limpieza en casa.
Sus abuelos los veranos lo llevaban unos días a su casa (allí tampoco era bien recibido por alguna persona) lo que más gracia me hace es que quien mostraba su rechazo era precisamente quien no tenía que decir nada, ya que no era la persona más indicada para hacerlo.
En fin, la pena es que me enteré tarde de lo que pensaba y verbalizaba (por cierto muy de misa y rezo diario) porque de haberlo sabido no hubiera tenido tanta consideración hacia su persona.
Y no sigo porque me conozco...
Lo que tardé, y mucho, fue en darme cuenta que la familia son los que más defraudan.
A quien siempre tuvimos cuando los necesitamos fue a mis padres y a mi hermana, (igual que ellos a mí) unas veces por estar yo hospitalizada, otras porque nos ayudaron cuando lo precisamos. Pero eso fue en vida de mis padres porque después dio vuelta la tortilla.
En momentos muy duros vividos por Tono y su padre nadie se preocupó de hacer una llamada, enviar un WhatsApp para preguntar como estaban y eso también lo sabían porque salió en los medios, en fin…
La abuela paterna siempre estuvo también, Tono la quería mucho y también la recuerda, ella murió antes de hacer Tono la primera comunión.
Los primos por parte mía, cuando eran pequeños había más contacto y por lo tanto tenían más acercamiento incluso pensando en el futuro de Tono. Pero la vida y las circunstancias han cambiado y sobre todo, los hechos, esos son los que cuentan.
Los primos por parte paterna más de lo mismo o peor, mucha palabrería, mucho bien queda pero los hechos son los que cuentan y en este caso no cuentan para nada.
Ya dije más veces que el 2019 marcó un punto de partida en el que no hay retorno. Cuando Tono fue elegido Corverano ejemplar nadie de sus parientes (excepto mi hermana) se dignó a estar presente en esta ocasión única de celebración para él (digo única porque no va haber otra celebración donde él sea el protagonista) y no fue porque no lo supieran, salió en medios escritos y visuales. Demostraron con hechos lo que las palabras no dicen.
Vinieron personas que no tienen ningún lazo de sangre con él y sin embargo los familiares más directos pasaron de todo.
Os suena eso de:
¿Por qué me quieres Andrés?
-Por el interés
¿Y por qué más?
-Por lo que me das
Pues así es, también aplicable a los que dicen ser tus “amigos”
Después de tantos años ya me resbala la indiferencia de muchas personas, la no aceptación, la marginación, el clasismo, la condescendencia con que pretender hablarte, la compasión (ni la necesito ni la quiero) a mi hijo lo quiero y para mí y su padre es lo más importante, tan importante como para las demás madres y padres son los suyos.
Si para la mayoría es invisible, yo lo veo con toda la nitidez del mundo
Si para los demás no cuenta para nada, para mí ellos son totalmente prescindibles
Quien no acepta a mi hijo, que no espere aceptación por mi parte
Quien lo ignore y pase de él yo corresponderé de la misma manera
Quien se avergüence o prefiere que nadie lo vea junto a él, no hay problema, aquí tiene a su madre y su padre que van con él al fin del mundo.
Si cuando está enfermo nadie se preocupa por él, que esperen de mí lo mismo.
Por lo tanto mientras mi hijo me tenga, nada le va a faltar y es obvio que a los que no tiene tampoco se les echa de menos, ya que lógicamente lo que no tienes no lo añoras para nada
Hacer la vida feliz a mi hijo es mi mayor prioridad, tampoco es nada extraordinario, eso lo hacemos todas las madres.
Esto necesitaba escribirlo y aunque lo hago sin entrar en detalles, sé que muchas familias que viven nuestra realidad me van a entender porque por desgracia cuando la discapacidad entra por la puerta los familiares salen por la ventana.